10.4.10

Ahora o nunca

Yo estaba sentado en una mesa, medio escondido, medio al fondo. Tenían una promoción de Ballantine’s, 2 x 1, y el Ballantine’s es un whisky que a mí me hace moco, me patea la cabeza, me despierto al otro día con la nuca latiéndome a quince centímetros de la nuca. Pero tenía poca plata, también, y necesitaba tomar.
Hacía mucho frío, hacía también mucho tiempo que no hacía tanto frío en Buenos Aires, madrugada de Agosto. Había salido de un cumpleaños tan entretenido como insípido, y sabía que me iba a costar dormir, así que vi el bar abierto y ni lo pensé. Un pub que alguna vez debió tener pretensiones de irlandés, pero que podía ser tan irlandés como coreano. Un cartel de Guinness sobre una pared de ladrillo a la vista, una bandera verde colgando detrás de la barra, algunas botellas de raros whiskys que jamás nadie había probado y habían ido juntando polvo.
Estaba tratando de escribir algo, un poema, a veces escribo, todavía. Estaba escribiendo un poema que explicaba que mi fracaso personal, todo lo que me había pasado, o mejor dicho, todo lo que no me había pasado, tenía su explicación en que yo, de chiquito, había querido Nesquik, pero me habían dado otra cosa, un sucedáneo. ‘Génesis’, se iba a llamar el poema. La birome se trababa un poco sobre el rugoso papel de la servilleta.
Levanté la cabeza y la vi. Sentada en una punta de la barra. Una preciosa chica. Pero no preciosa desde algún patrón estético imperante, preciosa desde siempre, como solían ser las chicas que siempre me habían gustado a mí, cuando me parecía que la felicidad era posible, que no hacía falta más que estirar la mano y descolgar un durazno del árbol de la alegría.
Flaca, era, y huesuda. Morocha, muy pálida. Algo en su nariz, una torcedura, una trompada recibida, no sé. Flequillito stone. Medio roñosa, con pinta de no haberse bañado por un par de días, eso también estaba bien. Se había sacado un abrigo tipo gamulán, un abrigo que debía haber sido de su abuelo. Tenía tetas pequeñas (ella, supongo que también su abuelo), ni usaba corpiño. Carita de dormida. Un gastado jean cubría sus largas piernas, ese estilo de piernas que se tuercen un poquito hacia adentro a la altura de las rodillas, cuando la portadora de las piernas intenta correr, aunque la portadora de las piernas no intenta correr casi nunca.
Miraba hacia afuera, ella, al frío de la calle. Tomaba su mojito, o su daikiri, pero sin mucho interés. Metía un dedo en el vaso.
‘Tengo que hablarle’, pensé. ‘Es ahora o nunca’, también pensé. La mujer que quizás yo había estado esperando toda mi vida.
Me voy a sentar al lado y le voy a decir ‘entre la nada y la pena, elegiré la pena’, frase de Faulkner que representa más que bien la nobleza del amor, o quizás no sea nobleza, pero sí algo relativo al amor, el sufrimiento del amor, algo que yo había sentido alguna vez.
O no, voy a decirle ‘una cosa bella es una alegría para siempre’, de Keats, que deja en claro que este momento, esto que nos pasa, es lo más lindo del mundo y nada más, sólo se trata de saber enfocar.
O no, le voy a decir el poema de Ezequiel Martínez Estrada que me partió el corazón en ciento treinta y tres mil quinientos veinticuatro pedazos esa vez, el poema que me sé de memoria y dice ‘has vivido al revés de tu destino, te ofrecieron amor y no quisiste, fortuna y gloria, y preferiste el vino de la sabiduría, que es tan triste. Y ahora, al final de tu camino, buscas a Dios, que sabes que no existe’.
No, le voy a decir la frase de Saer, redonda como un pomelo, impecable: ‘se dice que la comedia es superficial, porque elude las evidencias de la tragedia. Pero en sí, no hay nada más que comedia, en el sentido que la realidad es superficial. La tragedia es puramente imaginaria’.
Mejor no, mejor le digo el poema de González Lanuza: ‘Aquí, vértigo inmóvil de lo cierto, aquí, breve inmortalidad de la agonía, aquí, donde persisto todavía, aquí, tan sólo aquí sueño despierto’.
Terminé el segundo Ballantine’s. Me puse de pie, caminé los pocos pasos que me separaban de la barra, como si caminara con el agua a la cintura. Me paré al lado de ella, apoyé ambas palmas sobre la barra, me incliné un poco.
–Te voy a chupar la concha –dije–, pero te voy a chupar la concha de una forma que te voy a dejar el flujo en punto nieve.
Bueno, loco, se me mezcló todo, me abataté. Yo fui a un par de clases de teatro y Norman Briski me dijo que me ponía muy nervioso, que la actuación no era lo mío.

18 comentarios:

Jazmin dijo...

Hoy.
Hoy me conquistó.

Caia dijo...

Usted si que se va a a los extremos.

Lara dijo...

ajajajajaja! y bueno, cuando es Ahora o nunca, no importa mucho lo que se dice, sino decir algo... y... si, el Tody, ese sucedáneo del nesquik, nunca se mezclaba bien y quedaban grumos.

Anónimo dijo...

No se de qué se rien. Llegué al poema de Estrada y no pude seguir leyendo.

Lara dijo...

Por eso no se ríe, porque no puede llegar al final...siga leyendo, siga, jajaja!

Matías dijo...

directo al grano!

Federico Gauffin dijo...

Jajaja
Tanta poesía al pepe, che...

Dolores dijo...

Si yo hubiera sido esa muchacha y hubiese sabido de ese preámbulo mental tuyo tan magnífico (aunque no explicitado)...te hubiera dejado! ja ja ja ja ja.

PD: mi abuela me preparaba Suchard cuando llegaba de la escuela, treinta y tres mil veces mejor que el Nesquik, pero menos popular, vio?

La condesa sangrienta dijo...

Qué quiere que le diga... en algunas oportunidades, resulta más efectiva la Petrona de Gandulfo batiendo a punto nieve un 'puema' que Ezequiel Martínez Estrada con su sabiduría triste.

Anónimo dijo...

Para "batir" de forma tradicional se " coge " el tenedor y se mueve enérgicamente el alimento dentro del recipiente, de forma que se haga un movimiento circular y continuo. Lentamente las claras irán adquiriendo consistencia propia como la de una nieve recién caída.

Un toque de experiencia hacen que el batido se logre antes y mejor.

Me diron ganas de salir corriendo a comer merengues.!!!

Yoni Bigud dijo...

Algunas veces el acto puede diferir un poco del pensamiento. La vida está llena de esos pequeñísimos contrastes.

Pero no se preocupe, es todo más o menos lo mismo. Lo importante es abrir la boca y decir algo.

Un saludo.

Roedor dijo...

Tanto bolonqui para denotar que leyó más que nosotros, che.

Igual, la oferta podía ser tentadora para la rolinga. No queda tan claro si no agarró viaje.

Anónimo dijo...

Lara. Salú!

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...

Me gusto casi todo hasta el final cuando me recordo a Francisco Massiani por el corte atolondrado del dialogo interno del pensamiento. Mucha erudicción en el tema de los poemas muy onda Fierro estaría para una escena de Urban

Mr. Kint dijo...

Busque la servilleta que olvidó en la mesa; retome el tema del poema; es allí donde descansa, a mi entender, la raíz de su comportamiento: abandone los génericos y sustitos baratos si de bebidas se trata.
Yo aprendí a decir que no al gin tonic si la ginebra es marca "caballito". Y mire que me fascina el gin tonic eh!

En fin, si desea un nesquik y acaba por deglutir un litro de Toddy debe tener en cuenta los efectos purgantes. Si tiene un fuerte antojo de saborear un single malt y termina cayendo en las garras de un happy hour de Ballantines...claro, después no pretenda acercarce con un verso de Ruben Darío en el ojal porque probablemente acabe por vomitar un estribillo de Damas Gratis.

Conozco muchisimos lugares donde funcionaría mejor lo que dijo y no lo que pensaba decir. Avisemé y le mando la dirección y el nombre del barman, diga que va de parte mía.

J. Hundred dijo...

*jazmin! promesas, promesas.

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*lara! quizás la vida no sea otra cosa que ir salticando de sucedáneo en sucedáneo.

*anónimo!

*lara!

*matías! no sé si al grano, pero directo. como chancho a la batata, quizás sea la expresión, el campestre tecnicismo.

*federico gauffin! no, creo que no estoy de acuerdo con usted.

*dolores! se percibe que a usted, lo que le toca muy pero muy hondo es, ejem, la poesía.

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*anónimo!

*yoni bigud! pequeñísimos contrastes, usted lo ha dicho quizás mejor que yo, como tantas veces. un saludo.

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*eduardo!

*eduardo! su quirúrgica crítica debiera provocarme un particular fastidio, pero, dado el contexto, no me queda más que darle las gracias (y vale la pena leer, de massiani, ‘señor de la ternura’).

*la cantante de plant! quizás usted cree que sabe mucho más de lo que sabe. patología de lo más común, a mí me pasa dos o tres veces por semana. ah, y el poema en efecto fue escrito, no tiene más que buscarlo, por el título, en este insólito espacio.

Mr. Kint dijo...

Jaja, puede estar muy acertado en lo que dice. Acaso puede ser una patología propia de mi juventud, espero que se cure con el paso del tiempo!
Por cierto, pude leer su poema. Como sospechaba, lo encontré delicioso. O demasiado rico como para tomarlo despacio.
Saludos!