11.11.09

La historia de Chumi

Viviana estaba divorciada y tenía un pajarito, un canario. Tenía una hija, también. Se llamaba Juana, la hija de siete años, peinada siempre con dos colitas, y una carita que era un sol. Chumi, se llamaba el canario, que era de un pálido amarillo, no me preguntes porqué. Juana le había puesto así cuando el padre se lo había regalado para su cumpleaños, ante la reprobatoria mirada de Viviana que tenía ganas de quejarse, de quejarse por las dudas porque en todo lo que hacía Gustavo siempre había una trampa, todo su matrimonio, lo que duró, había sido así, pero la nena estaba contenta con el canario y eso era lo que importaba.
Así que la nena se despertaba a la mañana y saludaba a Chumi antes de desayunar, y Chumi no jodía, comía un poco de alpiste, y cagaba, y nada más. Juana estaba contenta, Viviana no, pero tampoco estaba tan triste, había tenido épocas mucho peores así que lo mejor era no quejarse demasiado, porque después venía una mala racha en serio y ahí una sí que no sabía cómo levantarse.
–Ma, mirá. Chumi tiene algo en el ojito –dijo Juana. Era jueves. Y era verdad, Chumi tenía una lagaña, una pelusa, una lastimadura tal vez, algo en el ojito derecho. Así que Viviana le dijo a Juana que no se preocupara.
–No te preocupes. Mañana lo llevamos a la veterinaria.
La veterinaria era una mujer seria, algo excedida de peso, y con las piernas arqueadas, como si acabara de bajarse del caballo de una calesita que jamás la llevaría a ninguna parte. Pero se la veía eficiente y profesional detrás de su celeste uniforme, y el local estaba lleno de gatos y perros, una blanquísima cacatúa que lanzaba un simpático grito con asombrosa regularidad, y una boa dentro de una pecera gigante. La boa era amarilla y negra. Juana estaba fascinada.
–Es normal, no pasa nada –dijo la mujer y se acomodó las gafas que eran gruesas y con forma de pequeños huevos acostados sobre el puente de la nariz–. Le vamos a poner unas gotas y el ojito le va a quedar perfecto.
Se puso un guante, metió la mano dentro de la jaula, y tomó a Chumi, con precisión no exenta de cuidado.
–Bueno, bueno, ya está –le puso una gotita en un ojo, mientras Chumi yacía de costado, apretado por una mano firme, las patitas encogidas contra el pecho.
–Ya que estamos, le vamos a cortar las uñitas. Tiene las uñitas muy largas –la veterinaria usó una tijerita que parecía de juguete, con movimientos precisos. Un segundo, clic clic, y volvió a soltar a Chumi dentro de la jaula.
Chumi revoloteó un poco, y se paró en el palito, en la posición acostumbrada.
Viviana preguntó cuánto le debía.
–¡Ma! ¡Mirá, ma! –Juana lanzó un chillido y señalaba al interior de la jaula, donde Chumi acababa de caer de costado, como fulminado por un rayo.
–Está muerto –dijo la veterinaria, después de revisar a Chumi e intentar con la yema de un dedo índice hacerle un estrambótico y competente masaje cardíaco sobre el ínfimo pecho.
Chumi se había muerto. Del susto. No pudo resistir el stress de la situación que le había tocado enfrentar.
Metieron al pajarito dentro de la jaula, otra vez, acostado contra el piso de alambres. Juana lloraba y se sorbía las lágrimas. Caminaron las tres cuadras hasta el departamento. Viviana llevaba en una mano la manito de la nena, en la otra la jaula con el pajarito muerto. Hacía mucho calor, para la noche estaba anunciado lluvia.

7 comentarios:

LeO dijo...

Para qué se llevó al pájaro muerto?
Ya lo embalsamaron?

MaGa dijo...

Magistral.

polaca dijo...

Es muy triste esta historia. Aunque esté bien escrita, es muy triste.

Yoni Bigud dijo...

Existe un pequeño porcentaje de criaturas, humanas o no, que están condenadas a experimentar una muerte absurda. Una lagaña, un ladrillo flojo, un zapato desatado, un susto, una bacteria exótica...

Me quedo con el viejo y querido paro cardiorespiratorio. Espero no inventar nada en ese campo.

Un saludo.

La condesa sangrienta dijo...

Viviana, divorciada y con el pajarito muerto, seguro que vuelve por la boa.

Viejex dijo...

Gracias, condesa. Sublime epílogo.

J. Hundred dijo...

*leO! rechazo la pregunta por improcedente, tendenciosa, maliciosa, falaz, extemporánea y abusiva. ah, y por medio boboncha, también.

*lamaga! o ayudín. gracias.

*polaca! sí, sí.

*yoni bigud! en el campo que usted menciona, y en tantos otros, el exceso de originalidad se transforma sin mayores inconvenientes en idiotez. un saludo.

*la condesa sangrienta! el delicado láser de su atención se ha posado, bueno, se ha posado en lo que le ha resultado de mayor interés.

*viejex!