Pasa, lo sé, que alguien me conoce, una mujer, y se involucra, por decirlo de alguna forma, conmigo, a la manera más o menos tradicional, como suele involucrarse una mujer con un hombre.
Y pasa un tiempo, no quiero generalizar, tres meses, no mucho más, en ningún caso más de seis, y la mujer cree que se ha agotado la experiencia. La experiencia de conocernos. Y la mujer, a la manera tradicional, también, me abandona, se va. Ha hecho pie en mí, y debe continuar su camino, su venturoso futuro que la aguarda a la vuelta de cualquier esquina. Porque si le ha pasado algo bueno que fue conocerme, razona, eso ha sido tan sólo el principio y no debe demorarse, porque le pasarán muchas cosas buenas, muchas cosas más. Siente, la mujer, que se le han alineado los planetas, que debe aprovechar su racha.
Así que la mujer se va. Y yo me quedo. Me iría, si esto fuera posible, con la mujer, pero no es posible, la mujer me lo impide de manera taxativa, así que me quedo conmigo.
Pero al poco tiempo, pasados tres meses, no mucho más, en ningún caso más de seis, la mujer no se siente bien, la mujer siente un curioso malestar. Descubre entonces, la mujer, que mi ausencia es desgarradora, que gran parte de su alegría era por interpósita persona, por radiación, por exposición, por contacto, como en el caso del saturnismo, como en el caso del uranio, si se trata de dar fútiles ejemplos.
Y la mujer descubre, un domingo a la tarde, que no encuentra otras fantásticas puertas para abrir, que tal vez el venturoso futuro le ha hecho trampa, y tampoco puede regresar a bañarse en el mismo río, que a Heráclito se le terminó el jabón.
Esos extraños momentos donde me fascina ser yo.
Y pasa un tiempo, no quiero generalizar, tres meses, no mucho más, en ningún caso más de seis, y la mujer cree que se ha agotado la experiencia. La experiencia de conocernos. Y la mujer, a la manera tradicional, también, me abandona, se va. Ha hecho pie en mí, y debe continuar su camino, su venturoso futuro que la aguarda a la vuelta de cualquier esquina. Porque si le ha pasado algo bueno que fue conocerme, razona, eso ha sido tan sólo el principio y no debe demorarse, porque le pasarán muchas cosas buenas, muchas cosas más. Siente, la mujer, que se le han alineado los planetas, que debe aprovechar su racha.
Así que la mujer se va. Y yo me quedo. Me iría, si esto fuera posible, con la mujer, pero no es posible, la mujer me lo impide de manera taxativa, así que me quedo conmigo.
Pero al poco tiempo, pasados tres meses, no mucho más, en ningún caso más de seis, la mujer no se siente bien, la mujer siente un curioso malestar. Descubre entonces, la mujer, que mi ausencia es desgarradora, que gran parte de su alegría era por interpósita persona, por radiación, por exposición, por contacto, como en el caso del saturnismo, como en el caso del uranio, si se trata de dar fútiles ejemplos.
Y la mujer descubre, un domingo a la tarde, que no encuentra otras fantásticas puertas para abrir, que tal vez el venturoso futuro le ha hecho trampa, y tampoco puede regresar a bañarse en el mismo río, que a Heráclito se le terminó el jabón.
Esos extraños momentos donde me fascina ser yo.
10 comentarios:
qué buen momento fascinando con uno mismo.... aunque pienso que bueno sería tambien que alguna vez, alguna chica,o chico, decida detenerse sin tanto cálculo y solo porque sí... estoy harta del consumo en masa de relaciones humanas. Lara ( me olvidé la contraseña)
ja! Ud. debe sentirse un hombre con suerte, por así decirlo. A mi me duran mucho menos que tres meses y nunca vuelven...ya es domingo. ¡Caray! aquí estoy escribiéndole un comentario en su blog...
Si ud. es la interpósita persona encargada de irradiar alegría, lo esperaré estacionada al bordillo de la acera cuando se me desalineen los planetas y se termine el jabón.
*lara (me olvidé la contraseña)! dice usted: ‘estoy harta del consumo en masa de relaciones humanas’. yo la miro en silencio.
*alelí! lamento contradecirla, pero a mí la suerte me ha visitado poco y nada.
*condesa! ahí nos veremos, bajo una copiosa lluvia.
Suele ocurrir que la mujer encuentra mi ausencia muy conveniente, y hasta necesaria.
Jamás se me ha concedido la posibilidad de fascinarme conmigo mismo.
Un saludo.
*yoni bigud! en dos oraciones usted ha hecho un óleo, quizás un fresco. un saludo.
Y que haces vos cuando la mujer vuelve a querer bañarse en las aguas del río, que ya sabemos, no es el mismo.
Que parte es la que hace que te fascine ser vos?
que curiosa la vida, me pasó con varios de mis ex!
saludos
*nadasepierde! cuando la mujer vuelve a querer bañarse en las aguas del río, que ya sabemos, no es el mismo, le dejo pegarse una enjuagada salvo casos de faltas de extrema gravedad. es que sigo los cálidos preceptos de la madre teresa de calcuta, aquello de ‘hay que dar hasta que duela’. su segunda pregunta, ‘qué parte es la que hace que te fascine ser vos’, debe ser rechazada por improcedente, maliciosa, tendenciosa, falaz, extemporánea y abusiva. mis respetos a sus ex, y un enfático saludo, para usted.
A quien mirás en silencio? a mí? Lara (me olvidé la contraseña)
Volviendo a leerte, y habiendo leído una nota que salió en un diario hace muy poquito, lo de tres meses, en nigún caso mas de seis, parece que es la tendencia natural de nosotros, la gente de hoy en día. Nadie quiere mas lola... ni complicarse ni entender, ni pensar que conoció alguien que vale la pena...algo asi como que pase el que sigue.... hay tanto dando vuelta ahi afuera, quien te dice que el ideal, mi sueño imposible, la mujer o el hombre de mis sueños, el perfecto..no ande por ahi????
y mientras nada, se pasa de brazo en brazo y de relación en relación, en una idealizada sensación de enamoramiento que dura lo que... bueno, ya iba a decir una grosería.
sigo queriendo saber que parte fascina a la gente de si mismo.
beso
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