30.5.20

Flotación


A veces me paso varios días pensando si lo que debiera desayunar, cuando me despierto, si lo primero que debiera tomar recién levantado es café o té. O mate.
Después no termino de decidir si debiera ir a caminar por Palermo los sábados a la mañana, bien temprano. O los domingos. Porque si no voy ninguno de los dos días me da la sensación que he dejado de moverme, que estoy envejeciendo, que sólo me espera la decrepitud, la decadencia. La caída. Pero si voy los dos días me parece que corro el riesgo de convertirme en un pelotudo del calibre de Murakami, en un acólito de la tan terrible secta de los sanos, te podés transformar sin excesivas dificultades en lo que se ha ido transformando más o menos todo el mundo. Un pelotudo que supone que comer yogur es equivalente a escribir como Saer, que estar en movimiento alcanza para sentir algo.
Y pienso mucho, durante el día, si a la noche debo pedir para la cena pizza o empanadas. Porque para mí la pizza va mejor con cerveza, y las empanadas podés comerlas perfectamente con vino. Creo que uno debería cenar con vino durante la temporada otoño-invierno, y con cerveza durante la temporada primavera-verano. Pero, hay días de marzo, días anteriores al 21 de marzo, que tomaría vino sin inconvenientes. Y hay días de septiembre, días anteriores al 21 de septiembre, que tomaría una cerveza. No sé, es complicado no encontrar el patrón exacto, tener una estrategia definida.
Cuando descubrís que no te salió nada de lo que querías ser, y justamente nada de lo que querías ser va a ser posible, bueno. Los grandes temas quedan por completo de lado, las cosas se vuelven infinitamente más triviales y sencillas. La irrelevancia tiene su encanto.

9 comentarios:

José A. García dijo...

"en un pelotudo del calibre de Murakami"
Eso sería el equivalente a un pelotudo nivel dios, ¿no?

Y sí, lo peor que vamos camino a eso.

Saludos,

J.

J. Hundred dijo...

*josé a. garcía! siempre recuerdo con mucho cariño lo que fue para mí descubrir los cuentos de raymond carver. todos creímos que era posible escribir así. ‘de qué hablamos cuando hablamos de amor’, se llamaba alguno de sus maravillosos libros. y después viene este japonés cara de membrillo y escribe ‘de qué hablamos cuando hablamos de correr’. para eso querías vivir en hawai? rajá de acá, querido, por favor.. lo saludo.

f dijo...

lo mas triste es que esta excelente crónica de la caída en la rutina y la normalidad (mediocridad?) se vea opacada por el ponja.
en serio escribió un libro sobre correr???
lo habrá escrito corriendo??

cordiales (y mediocres) saludos
f

J. Hundred dijo...

*f! estimado. para mí el problema es conceptual. porque yo, que no escribí nada, que no me conoce nadie, que no vivo en hawai, bueno. lo descripto pudo haber sido, por ponerle algún nombre, un anhelo. y el sujeto de referencia hace todo eso, llega por decirlo de algún modo, a algún lado. y lo que hace es ponerse a correr hasta que se le sulfaten los pelos de las bolas. es algo repudiable para mí. ahora, si se hubiera sentado en hawai a tomar whisky y hacer surf o coger con enanos, podría aceptarlo. pero correr, en fin. todo suyo, lo saludo.
https://www.planetadelibros.com/libro-de-que-hablo-cuando-hablo-de-correr/88802

f dijo...

ta.
ya me busco el libro de carver.

Yoni Bigud dijo...

Tal vez, quizás, de una forma muy personal y exclusiva, el hecho de que no le haya salido nada de lo que quería ser, y que lo que quería ser ya no sea posible, es la irrelevancia en sí misma. La idea de irrelevancia. La irrelevancia de la cual se derivan todas las demás irrelevancias del mundo. La idea platónica de irrelevancia. Y, por una de esas casualidades que no pasan pero pasan, uno de esos grandes temas que usté pretende dejar a un lado. Sin ningún éxito.
Pero no me haga caso. Hoy estoy muy triste. Infinitamente triste. Una tristeza por demás irrelevante.

Lo saludo con respeto. El mismo de siempre.

Frodo dijo...

Bajo de mi bicicleta fija (que tenía hace tiempo arrumbada y recientemente vino a reemplazar las caminatas de rutina desde un bondi hasta el laburo, y viceversa) tan sólo para felicitarlo.

Subo a mi bicicleta fija.

J. Hundred dijo...

*f! estimado, me confundo los títulos, porque había tres por los menos agrupando los cuentos del superior carver (catedral, tres rosas amarillas, de qué hablamos..), todos de anagrama. recuerdo y le recomiendo, for example, leer ‘tanta agua tan cerca de casa’, o ‘gordo’, o ‘catedral’. lea esos cuentos, luego puede borrar las boludeces que usted escribe o intenta escribir y dedicarse a no sé, a lo que sea que usted se dedique para ganarse la vida, odontología para enanos, atención de un kiosquito en piriápolis, en fin. no se ofenda por favor, sólo lo estoy provocando. y puede venir luego y borrar mi blog también, así damos por cerrada la cuestión.

*yoni bigud! qué dice mi viejo, tanto tiempo. no se entiende nada, de su comentario quiero decir. pero tampoco se entiende nada mi texto, así que estamos a mano. el domingo recordé y luego vi esto que le envío, tiene tanto significado, permítame levantarle el ánimo. este año me había prometido no abrazar a nadie, pero voy a hacer una excepción con usted.
https://www.youtube.com/watch?v=wovssrluaD0

*frodo! la bicicleta fija es una aberración teórica, un oxímoron. como si yo dijera la licuadora móvil. lo saludo, anyway.

Frodo dijo...

Viendo las noticias acerca de lo que ocurrió anoche en la ciudad (la que le da la espalda al Río), usted es profeta, al menos de una semana

Lo saludo a distancia prudencial