10.4.20

Flacos, felices


Tanto se ha escrito sobre la materia, para que la gente fracasara tanto también. Tanta frustración, tanto pararse y avanzar unos pocos metros para volver a caer. Y como es un tema tan importante para el occidental adulto más o menos civilizado que habita en una gran ciudad. Porque si vivís en Somalía, bueno, no es tan importante. Ni si sos un pigmeo de la Guinea Ecuatorial.
El tema de las dietas, claro. El vano intento por ser flaco, por adelgazar. Como si adelgazar se hubiera vuelto un particular sinónimo de la felicidad.
Y allá van, luchando, frustración sobre frustración como fetas de jamón cocido. Los que cuentan las calorías como si fueran hámsters en una ruedita, los que se hacen veganos, los que creen que podés comer proteínas pero hidratos no, los que creen que debés apartarte del azúcar como si fuera satán, o del alcohol. Hay quienes enloquecen del todo y se la pasan tomando yogur para cagar más y mejor, quienes creen que debés pasarte varios días de la semana comiendo sandía o melón.
Todos sufriendo sin lograr el deseado resultado, víctimas de una absurda confusión.
Lo cuento, lo digo una vez y no lo digo más, lo que hay que hacer. Para ser flaco, claro.
Se trata de cambiar la polaridad, como si hubieras puesto mal la pila en un control remoto. Lo que comías a la noche lo comés a la mañana, y lo que comías a la mañana, lo comés a la noche.
Nada más, eso es todo.
Vos te levantás, a la mañana, vas y te hacés unos ravioles con boloñesa, o un bife de costilla con papas al horno. Sí, podés tomar media botella de vino, sin problema. Son las siete de la mañana, ya sé. O te comés una milanesa de pollo con arroz, y te tomás dos cervezas. Te comés, de postre, un flan con dulce de leche, y te vas a trabajar.
Y a la noche, a eso de las nueve de la noche, te hacés un café con leche con dos tostadas, o unas galletitas con mermelada. Te tomás un yogur con cereales. Y te vas a dormir. O te tomás un mate cocido con un par de medialunas y listo.
Lo que comías de noche lo comés de día, y al revés. De eso se trata la cuestión, es todo lo que hay que hacer.
¿Qué? ¿Vos querés saber si vas a bajar de peso si hacés lo que te estoy diciendo? Mirá, la verdad que igual sos horrible, un asco de persona. Quiero decir, no importa, no sé.

2 comentarios:

Frodo dijo...

Eso es lo que hacen los yanquis, los canadienses, y no los veo más flacos.

No es un problema que me preocupe demasiado ya que en la primaria me decían esquéletor (así en español), y la grasa de los años de adultez me llevaron a un peso óptimo. No para correr un maratón, no como para poder seguir pasando por abajo de las rejas de los boy scouts o por las ventanitas de la sodería como cuando se colgaba la pelota de chico. Pero estoy bien.
Feliz, eso es otro precio

Abrazos genius!

J. Hundred dijo...

*frodo! estimado, yo que usted me concentraría en las últimas tres líneas de mi precario fragmento. tiene mucho contenido, debajo de la grasa claro. lo saludo.