14.9.17

El peral y la nube


La historia que quería contar es más o menos, siempre más o menos porque la vida es más o menos, así.
El hombre se llamaba G. Va al médico, y en los análisis le cantan la vacía. Enfermedad de las terribles, tiene la papescu. No hace falta entrar en detalles, pero se tenía que operar primero, rayos después, ver cómo seguir. Entrás en la maquinola de los médicos como un lobo que aúlla y aúlla pero que sabe que le va a costar volver a mover esa pata.
Y por trabajo, con la intervención programada para el mes siguiente, tuvo que viajar a la provincia de Mendoza. Como después de las reuniones y de atender algunos clientes no tenía nada para hacer y la tristeza lo tapaba como una manta polar, antes de volver al hotel a dormir tomaba un café, caminaba un poco.
Ve una casa antigua, que también era un museo. No, no puedo decir el nombre del museo y tampoco importa. Y ve un cuadro. No sabe por qué, jamás tuvo la más puta idea de pintura, carecía de la menor inquietud artística.
Pero se detiene ante un cuadro. El cuadro se llamaba ‘El peral y la nube’, de Fader. Algo lo atrapa, mira el cuadro, se queda allí, frente al cuadro, unos diez o quince minutos. Descubre que hay belleza en el universo sin importar lo que a uno le pase. Frente al cuadro, G. llora.
Después, corre la cinta transportadora de la vida. G. se opera, G. se aplica rayos, G. se hace análisis y le dicen que no quedan rastros de la enfermedad. La vida continúa.
Y ha pasado más de un año pero menos de dos. G. decide ir en auto a Mendoza, llevar de paseo a su familia. A su mujer, y a sus dos hijas ya adolescentes.
Les ha contado a los suyos que además de ir a una moderna cabaña, a visitar las bodegas y andar a caballo, van a pasar por un museo. Les ha contado la historia de ‘El peral y la nube’ ante el cual lloró cuando pensó que se moría. Hizo una promesa aquella vez: si se salvaba, volvería.
Y ha vuelto. Le dice a su mujer y a sus hijas que bajen, él estaciona el auto y vuelve. Se agarra la cabeza, sonríe.
Cuando deja el auto y vuelve lo aguarda su familia en la puerta del museo. Le dicen entre risas que el cuadro no está más. Él no les cree, piensa que le están haciendo un chiste. Pregunta en un mostrador, pide hablar con un superior. Logra que lo atiendan.
Le explican que el cuadro fue vendido a una colección privada. No, no saben quién lo compró. No se podrá ver, el cuadro, nunca más.
Entonces G. le dice a su familia que lo esperen un momento, que se olvidó algo en el auto, la billetera, el celular.
Vuelve al auto, G., y se va. Sale de la ciudad, vuelve a la ruta, a cualquier ruta hacia cualquier parte. Tira el celular por la ventanilla, G. Se va.

7 comentarios:

f dijo...

así, masomenos le digo...
nunca sabemos que nos toca ni por qué.
en el sentido que quiera darle, de azar o de sentimiento.
ni como vamos a reaccionar a eso.

me gustó, un john100 diferente.
y a la vez con su estilo.

aplausos

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Y en una de esas, en algún nuevo comienzo terminará armando una nueva familia de la que huir en algún momento futuro.

J. Hundred dijo...

*f! ‘ni cómo vamos a reaccionar a eso’. 1saludo.

*el demiurgo de hurlingham! el suicida renace a otro sufrir, dice un exquisito poema de henri michaux, o ivar stafuza, no recuerdo bien.

Frodo dijo...

Y la belleza del relato consiste en que el tipo se va, tira el celular y se va.
Si en lugar de G. fuera Fr. (para diferenciar del f comentarista), el tipo se queda. Se queda con la familia, sabiendo que jamás nadie lo comprenderá, y que la vida es eso, que el sobresalto estará siempre un paso adelante en el tiempo. O varios atrás.

Lo abrazo genio!
Voy en el subte mirando si en una de esas lo encuentro.

vodka dijo...

oh, Este relato me angustió.La angustia siempre, como una flecha de un virtuoso, da en un lugar verdadero.
No se cual es, pero es verdadero. Ya mismo voy a ver si gugleando encuentro el cuadro y si este tiene algo para decirme.

vodka dijo...

si, está :https://i.pinimg.com/originals/4b/d5/a0/4bd5a03b4e549b1014079806c64077ee.jpg

J. Hundred dijo...

*frodo! casi siempre se aplica aquello de: no sabemos qué nos pasa, y eso es lo que nos pasa. lo abrazo.

*nilda! su actitud no es la correcta. le explico cómo lo sé: porque si su actitud fuera la correcta también lo sabría.

*nilda! qué la duda.