6.7.16

Una suerte de memoria


El otro día vi un documental, o quizás no era un documental, quizás era una entrevista. Por televisión, sí, por televisión. Cuando llego a casa no tengo un pomo para hacer y prendo la televisión. No, qué escribir, escribir no sirve para nada, hace tiempo que no escribo.
El asunto. Hablaba, entrevistaban a un entrenador de tenis. No sé el nombre del tipo, tampoco sé nada de tenis. En mi vida toqué una raqueta, pero puedo mirar los grandes torneos, no sé, ver a dos tipos corriendo, esforzándose por pasar la pelotita del otro lado. Se escuchan aplausos, enfocan las tribunas, hay bellísimas mujeres, hombres con lentes oscuros y gorritas. Gente que parece estar pasándola bien.
Sigo. El entrenador contaba que determinado jugador experimentaba una excesiva contracción en el momento de impactar la pelota. El jugador anticipaba aunque fuera una décima de segundo el impacto, y su cuerpo se contraía. Su cuello, sus hombros, todos su ser. Y eso le quitaba la necesaria fluidez a su ‘swing’. No podía desarrollar la plenitud del movimiento para pegar con la soltura necesaria. Y era esa diferencia lo que le impedía, al jugador, lo que le dificultaba estar en lo más alto del mundo.
Entonces el entrenador había ideado un método. Le daba al jugador una raqueta sin cuerdas. Y lo ponía a entrenar, con alguien o con una máquina que le lanzara mil pelotas. Y el jugador debía correr a impactar la pelota, como de costumbre. Pero no la impactaba desde ya, porque la raqueta, su raqueta, por decirlo de algún modo estaba vacía. El jugador corría, llegaba, hacía su golpe, y la pelota lo atravesaba, la pelota pasaba de largo. Repetir ese ejercicio, golpear en el vacío cinco mil pelotas por día, iba dejando una suerte de memoria en el cuerpo del jugador, su cuerpo de algún modo se reprogramaba. No había impacto, no había contracción que dañara su juego.
Luego, cuando el jugador jugaba de verdad, su cuerpo reprogramado no experimentaba la contracción que solía arruinar su performance.
Quedé maravillado con la explicación del problema y el método utilizado para corregirlo. Notable y sutil.
Yo desde hace un tiempo me pajeo de la siguiente manera. Meto la japi en una bolsa de papel madera, o en una bolsa de supermercado. Hago algunos movimientos, cierro los ojos, intento eyacular. No, qué carajo tiene que ver con el tenis, es que tenés la vagina excesivamente amplia. Intento acostumbrarme.

*alguna persona cargada de mala intención podría desde ya aducir que en lugar de una vagina excesivamente amplia, bien podría tratarse, el problema, la cuestión, de un pito excesivamente pequeño. pero no, no es el caso.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Pero también está su reverso. Lo malo de la forma es que se aplica a todos los contenidos. Igual que el perro de Pavlov, que como es perro no se pregunta nada acerca del mecanismo que subyace a la tierna reacción, no se sienta a pensar qué carajo pasó que cuando suena la campanita empieza a babearse y quiere lastrar (me pasa algo similar cuando desde la ducha escucho el ruido de la tostadora, o los tacos de la novia de mi vecino cuando llega una vez por semana), de la misma manera, capitas, muchas capitas de mierda se me han ido pegando, como esas venecitas que se usan en las piletas, tan lindas, con el correr del tiempo, hasta no dejar ni un agujerito libre. Y aquello para lo que estaba destinado (la gloria, la grandeza, la felicidad) quedó solapado. Fue invisible. Silencioso. Como el tiempo!
Y en algún punto lo que Ud. dice, Hundred, me alivia: quiere decir que algunos procesos son reversibles. Hay esperanzas. Pero a diferencia del tenista yo no podría circunscribirlo, acotarlo, es todo. No sabría por dónde empezar. Y todos sabemos qué pasa si uno se pone a patalear en un pozo de arenas movedizas.
Tendría que volver a nacer porque no tengo ni la más puta idea de en qué parte de la ecuación metí la pata.

J. Hundred dijo...

*anónimo! el tiempo con su black & decker y su paciencia de araña, dijo el poeta. el poeta soy yo, qué la duda.

Leandro dijo...

Debe ser la primera vez que comento después de no sé cuántos años de leer este blog.

Why is your organ so small?
I didn't know I was playin' in a cathedral

J. Hundred dijo...

*leandro! estimado, la notable frase que usted cita hace que el fragmento de mi autoría resulte de una absoluta irrelevancia. lo saludo, le agradezco.

Unknown dijo...

Que raro nombre que tienes, sera que estas relacionado al campeón de dardos Juan Hundred Andeity? En el caso positivo estaría genial