18.6.16

Algo que no dicen los libros de autoayuda


A veces concurro a lo de alguna prostituta, preferentemente por el centro, aunque puede ser por barrio norte también, o recoleta. Lo más bien.
Voy, saludo, y negocio un rato. La chica me explica el tarifario. Son mujeres que conocen su oficio, saben lo que tienen que hacer y cómo, han aprendido a sobrevivir a lo largo de los años.
Pero no, no es eso lo que quiero. No vine a coger, por quién me toman.
Le pido a la mujer, por ejemplo, que me chupe el dedo gordo de mi pie izquierdo, como si fuera, mi dedo, una poronga, sí como no, pero más que nada la parte de abajo, donde mi dedo apoya con el piso y se ha ido formando a lo largo de los años ese horrible callo.
O puede que le pida a la mujer que se meta un turrón Namur, que he comprado en un kiosco cualquiera. Que se meta el turrón en el culo (sin el envoltorio, qué les pasa), bien adentro. Y que luego se suba, con el turrón asomando de su culo apenas, a una mesa. Y que cante una canción. Cualquier canción, de la que se acuerde más o menos la letra.
A veces le pido a la mujer que se vacíe una Coca Cola de dos litros en la cabeza, y se quede así, de pie en la bañera, por un par de minutos, mientras la Coca Cola se seca. Y la mujer me mira, toda pegoteada, con ganas de preguntar cómo sigue, qué más tiene que hacer. Pero no sigue de ninguna manera, no tiene que hacer más nada.
En una oportunidad la prostituta tenía un pequeño perro, un bulldog francés llamado ‘Bruno’. Le pedí que lo masturbara, al perro, que le hiciera una paja. Negociamos la tarifa un buen rato, con ella, el perro no pidió nada.
Ver qué sería capaz de hacer una persona por dinero es una experiencia de lo más gratificante.

3 comentarios:

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

A mí me parece de lo más deprimente, una forma muy absurda de desperdiciar el dinero.
Que hace recordarme a ficciones tontas donde un personaje contrata a una prostituta, para terminarle contando sus penas amorosas. Y para volver con las citas literarias, al atormentado por vocación Remo Augusto Erdosain, que llegó a darle un discurso de comprensión a una prostituta.

Saludos.

Anónimo dijo...

Por "una persona capaz de hacer qué por dinero" también podemos contar con quien lo ofrece, en este caso ud. que, manejado por el mismo criterio, se sumerge al juego de quién lo acepta. Son los dos extremos de la misma jodida soga.

J. Hundred dijo...

*el demiurgo de hurlingham! permítame contarle una nimiedad. tengo un amigo, mi amigo R., que tuvo formación militar. fue al colegio militar, supongo que así lo había decidido su padre, no tiene mayor importancia. ahora bien, en el colegio militar, el grupo de jóvenes estaba bajo la tutela, quizás debiera decir el cuidado, del sargento primero calvi. cada vez que un cadete se dirigía al sargento primero calvi para comunicarle algo que exigía solución urgente, algo gravísimo, lo que fuera que requiriera su atención, un incendio, una pelea, algo que había hecho o dicho alguien, el sargento primero calvi respondía ‘y a mí qué!’. vaya entonces este módico homenaje al sargento primero calvi.

*anónimo! sí, sí, pero lo que le solicité a la prostituta muestra la luminosa genialidad que me habita.