18.5.16

Hubo un tiempo que fue hermoso


Durante una época la gente, las personas, sabían hacer algo. Eso que te gustaba hacer definía gran parte de tu carácter, tu grupo de pertenencia, lo que creías que era tu aura. Era, por decirlo de algún modo, porque de algún modo hay que decirlo, la parte constitutiva, basal, el centro mismo. De vos.
Pero todo fue cambiando. La gente fue arrasada por la vida en la ciudad, atontada por un tornado informativo hecho de fotoscancionestwitterfacebookcandiescrushesylareputamadrequeteremilparió.
Y entonces. Ahora no hacés nada. Nadie sabe hacer nada. Mantenerte con vida, volver a tu casa, pagar algún impuesto, lavarte los dientes, es todo lo que podés hacer. Nada más, así se vive.
A alguien se le debe haber ocurrido, a alguien que tampoco sabía hacer nada. La carta de presentación pasó a ser alguna privación. Entonces vos vas y decís, por ejempo, que no comés verduras de hojas verdes porque la tierra está contaminada con polonio, que es un polonio más fuerte, un polonio potenciado. Y alguien dice que no come harinas refinadas porque eso te afloja los átomos del culo, te queda el culo con forma de palangana. Alguien dice que cuatro veces por semana baja y corre once kilómetros descalzo porque las suelas de goma son un invento de las multinacionales (correr también es no hacer nada, mamucha, correr es una forma de desesperación, no hay más que mirar esas caras), mientras la gente desayuna pero vos no, vos tomás un vaso de agua tibia y corrés como se corría en África hace tres mil años.
El asunto es que como no sabés hacer nada, lo único que te queda es estar orgulloso de un sufrimiento, o de algo que no hacés, de alguna mortificación. Y de esa forma encontrás tu lugar en el mundo, tenés algo para contar en las reuniones sociales, das alguna que otra lección de vida. Tu juego consiste en privarte de algo, sufrir, privarte de algo mucho más que otros que también se privan. Hay una pirámide de la privación que conduce a un por demás austero pedestal.
Y no te das cuenta que al haber abrazado esa religión ya no podés seguir haciendo nada de lo que te interesó alguna vez. Lo que te gustaba ha sido corrido de lugar, quedó fuera de foco. Privarse es una mugre, un moco, un barro que salpica todo lo demás.
No hay cómo retroceder, tampoco. Pasaste del grupo de gente a los que les gustaba algo, al grupo de los que han elegido el camino del flagelo, de la privación. Cruzaste esa línea y vas a estar triste para siempre, no existe manera que puedas escapar de esa existencial tristeza. Eso es lo que te quería decir, lo que te puedo garantizar.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Hubo una época en que salía, que me juntaba con gente cuyo estandarte era el fracaso. Haber fracasado era lo que te daba crédito. Entonces tenias que llevarte mal con tu jefe, tenias que haber equivocado la carrera, tenias que haberte arrepentido de todo. Odiar a la gente, profundamente, o quedabas afuera. resulta que un día se acerca un amigo, ajeno a esto, y me cuenta que se iba a casar, que quería que fuera el padrino, que tenía pensado dejar todo e irse a vivir a Mendoza. Sabía que allá se vivía mejor y quería tener hijos, etc. Yo me indigné, no entendía, la vida pasaba por sentir que todo estaba perdido. Un día fui a verlo, a Mendoza, y me encontré con un escenario apacible, tanto como atractivo, él estaba feliz. Todo estaba en su lugar. Todo lo que yo pensaba que era, había dejado de ser, no me servía más. Tuve que tomarme el trabajo de rearmarme. Él tenía razón, más razón que yo. Sabemos que la vida, lo dijo Castillo, es una herida absurda, llenarla es inevitable. El asunto pasa, creo yo, por lo menos para mí, por llenar la propia, con humildad, con contenido. A veces eso te deja afuera, o te deja solo.

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Un aplauso por eso, que absurdos me parecen los veganos. Y encima pretenden imponerlo.
Y es absurdo privarse de cosas, por razones tan sin sentido o sin razones.
Muy bien planteado. La mejor forma de vencer a la tentación es sucumbir a ella. O directamente sucumbir.

J. Hundred dijo...

*anónimo! sí, recuerdo que lo dijo cristian castillo, aquel habilidoso delantero que jugara en atlanta. no, es un chiste, es un chiste, no pude evitarlo. comparto lo que usted dice, me pasé demasiados años refugiado bajo la manta polar del fracaso, pensando que, bueno, era eso o la más cruda de las intemperies. el criterio es la alegría, sería una de mis frases de cabecera, aún sin saber del todo muy bien qué significa. lo saludo a pesar del anonimato (sería como dijera el filósofo del humor: saludos a cualquiera de parte de nadie).

*el demiurgo de hurlingham! quizás no logré transmitirlo con la adecuada intensidad en el fragmento de mi autoría. la gente orgullosa de alguna privación me repugna de particular manera. lo saludo.

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Sí, lo lograste entender trasmitirlo. Me desagrada esa gente, sobre todo cuando trata de convencer a los demás.
Saludos.

LaLa dijo...

Autoprivarse por mero deporte me parece una seria estupidez, le mando un beso Juan!

LaLa dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
J. Hundred dijo...

*el demiurgo de hurlingham! el famosísimo ‘síndrome del evangelista’. dejá que me convenzo yo solito. 1saludo.

*lala! creo que yo estoy diciendo algo peor todavía. estoy diciendo, escribiendo, que como no sabés hacer un pomo, autoprivarse es tu carta de presentación. le mando un beso en la frente.

*lala! le mando otro beso, en la misma frente.

Dany dijo...

Y si.......que vengan las mollejas de a una o el whisky con daditos de queso.
Menos mal que lo leo.......no me siento tan solo.
Abrazo.

Dany dijo...

Disculpeme....¿.me permite compartir con otras personas esta descripción que no paro de releer?

J. Hundred dijo...

*dany! un whisky con daditos de queso debieran bastar para justificar una vida. lo abrazo.

*dany! pero claro, mi viejo. puede decir que lo escribió usted, si eso le reporta alguna suerte de compensación. entiendo que la amistad viene a ser como un pozo común de anécodtas. qué hemos estado haciendo estos años, sino eso. lo abrazo.