12.5.15

Otras mejillas


A veces voy a un banco a hacer un trámite, tengo que depositar un cheque, por ejemplo. Algo que cobré, alguien que me pagó, por algo que hice, de eso vivo. Y el cajero empieza a mirar el cheque y niega con la cabeza, dice que no, que está mal hecha la firma, o que el cheque tiene olor a pis de perro, o que está mal escrito mi apellido, seguro que está mal escrito mi apellido. Lo importante es que el cajero dice que algo está mal, que el cheque no se puede depositar, que el trámite no se puede hacer.
Entonces lo miro, lo miro a los ojos y le digo:
–Mirá, sé que a tu mamá le hicieron estudios. Van a tener que hacerle quimioterapia, como te dijo el doctor. Pero va a salir, vas a ver que se va a curar. Este verano la vas a poder llevar a San Bernardo con tu familia. Ella va a caminar por la playa, y va a volver a cocinar. Quedate tranquilo, lo va a superar.
O a veces voy al supermercado a comprar algo, una vez por semana, algo para comer, fideos Don Vicente, y queso rallado. Y papel higiénico, también, para limpiarme el culo cada tanto, y un San Felipe roble, básico, sin levantavidrios, y latas de atún La Campagnola en oliva, y no sé qué más. Y la cajera empieza a pasar los productos por la lectora con infinito fastidio y dice que no. Que la lata que elegí no tiene bien el código de barras, o que las bolsas de residuos Asurín con manija fueron abiertas, alguien al parecer usó el rollo, el rollo de bolsas, se lo metió, el rollo, en el culo, y eso es muy grave. O el chocolate Águila que agarré fue pisado por un elefante mientras filmaban, en el supermercado, un avance para la remake de ‘Tarzán’. Pero algo no anda, mi cara, mi dinero, voy a tener que esperar a que llegue el gerente intergaláctico, el supervisor intercontinental.
Entonces la miro, la miro a los ojos y le digo:
–No pasa nada, tu novio te obligó a abortar en ese departamentito de morondanga en José León Suárez, y te hicieron el aborto con una cucharita de café oxidada, y estás con pérdidas, asustada, estuviste al borde de la septicemia. Pero quedate tranquila, zafaste. Vas a conseguir otro novio, un pibe macanudo que vive cerca de tu casa, por Lanús, y te va a querer bien. No se dañó el útero ni nada, sólo hace falta que descanses unos días y después sí, a seguir cogiendo arriba de los árboles, o en una mugrienta terraza con cumbia de fondo, como te gusta a vos. Vas a ver que en poquito tiempo tenés una nena preciosa. Te gustaría ponerle Romina, lindo nombre.
Y claro. Se sorprenden un poco, de ver cómo es posible que acierte exactamente lo que les sucede. Pero para mí es la cosa más sencilla del mundo. Las ganas de romper las pelotas que tenés, son proporcionales a lo mal que estás.

8 comentarios:

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Tu humor oscuro, además de efectivo, me hizo acordar primero Jonathan Swift, pero luego me pareció más cercana a Ambrose Bierce, muy hábil en el humor negro.
Interesante teoría.

Juan Sebastián Olivieri dijo...

Y si. Siempre supimos la razón. Incluso sospechábamos que la constante de proporcionalidad eran nuestras pelotas.
Pero con estas pruebas tendremos que rendirnos ante la ley.

Unknown dijo...

Genial, genialísimo caballero.

Me encanta tu prosa. Y esa manera oscura y ácida de entendernos a todos, porque todos somos un poco así alguna parte de tiempo.

(El día que me levante especialmente insoportable voy a detenerme a pensar un momento en qué lo dispara, sólo para no darle la razón al mundo y salir a enfrentarlo con buena cara)

J. Hundred dijo...

*el demiurgo de hurlingham! debiera usted pensar también en autores como gary cahill, o ariel krasouski.

*juan sebastián olivieri! constante de proporcionalidad, mirá vos. me permito recordarle que este es un blog con un perfil más de primaria incompleta.

*sofía maidana! como se suele decir en algunas situaciones de carácter íntimo, situaciones que hacen a la vida privada de las personas: a mí me gusta que te guste.

Alelí dijo...

Esta mirada tuya del universo la tengo super arraigada.

Me acuerdo cdo leí uno de tus post que hablaba de la gente que golpea el caño en el subte mientras escucha música, o canta o mueve el piecito, es esa gente la que está gritando por ayuda.

Tanto esa teoría como la que describe aquí son incómodas peri muy muy cierras.

Me disculpa si al hacerlo propio su pensamiento lo distorsiono un poco.

Adío

J. Hundred dijo...

*alelí! estimada, usted cuando me distorsiona, me mejora. le mando un beso en la frente.

Miguel Ángel Quinteros dijo...

el derecho universal de estar mal por algo y que se caguen los demás debería estar expresado en la constitución nacional. cuantos dolores de ovarios y problemas de próstata vienen cagando este y otros países y nadie sin una reglamentación adecuada

J. Hundred dijo...

*miguel quinteros! cagarse en los demás podría convertirse, sin excesivas dificultades, en una disciplina olímpica.