28.2.15

Experiencia traumática


Estuve muerto, así como escuchás, así como te lo estoy contando. Volvía de Pinamar y tenía pensado salir bien temprano el domingo, pero salí de joda el sábado, chupé como un animal. Fui al casino y gané plata, seguí de largo.
Entonces arranqué el domingo, pero casi al mediodía, hecho pelota. Me dolía la nuca, sentía la nuca a diez o quince centímetros de la nuca, me latía. Y había vomitado, cuando me levanté. Tomé café y salí, no daba más.
Me quise apurar, ahí estuvo el tema. Pisé el pedal, venía a ciento sesenta, te imaginás, a ciento sesenta no doblás ni frenás. Eso fue lo que pasó, apareció un carro en medio de la ruta, así como escuchás, un carro tirado por un caballo, y no pude hacer ninguna de las dos cosas.
Seguí de largo, me la di contra un árbol. Perdí el conocimiento, la conciencia, llamalo como quieras. Me morí.
Y mientras estaba muerto, fue curioso. Porque la gente no sabe, cuando estás muerto, estás muerto y te ves. Tratá de pensarte muerto y vas a ver que no podés, porque ves la escena, porque te ves, y eso implica que eso que sos no muere, hay algo más.
Estuve muerto, te decía. Y no, no vi un túnel ni luces, no había ángeles ni una musiquita en particular. Estaba muerto y estaba desayunando, con vos. Estábamos en la cocina, así como ahora, y tomábamos mate, y vos te quejabas de algo, de cualquier cosa, y a mí se me hacía tarde para ir a trabajar.
Me recriminabas algo, algo que yo no había hecho o que había hecho mal, y se me caía una galletita con mermelada, al piso, y vos te ponías peor. Porque la galletita caía dada vuelta, o sea con la cara pintada de mermelada, al piso. Y vos decías que si yo te quisiera, bueno, la galletita hubiera caído del derecho, y no del revés. Si yo te quisiera la galletita hubiera caído de la forma que hiciera menos enchastre, eso era una señal. Que siempre lo mismo, que eras una bestia de carga, que no parabas de limpiar.
Se ve que alguien, un auto, pasó, y llamó por celular. Andaba una ambulancia cerca, me lograron salvar. Decí que los tipos tenían el desfibrilador y todo, lograron llevarme al hospital.
La experiencia fue traumática, por cierto, me rompí una pierna en tres pedazos, una clavícula, y me quedó un feo hematoma en la frente. Al principio tenía que hacer todo en cámara lenta, me costaba coordinar.
Después, más o menos, la vida se acomoda. Pero lo que me quedó claro, de la experiencia, es que vivir con vos es la muerte. Sobre todo el desayuno.

7 comentarios:

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

El de hecho de que no hayas visto el tunel lo hace más verosimil, porque eso parece ser que es una señal de que el cerebro se reinicia.
Y lo de la tostada que se cae del lado de la mermelada lo plantearon en Cientificos Industria Argentina. Tiene algo que ver con el centro de gravedad.

J. Hundred dijo...

*el demiurgo de hurlingham! para reiniciar el cerebro, lo mejor es apretar f5. y los reyes magos son los padres, según me han dicho.

WOLF dijo...

Estimado ... Creo que usted se lo está tomando para la chacota... Con motivos.

J. Hundred dijo...

*wolf! cuando tenés luz derramás luz. incluso ante quienes han venido a estas precarias playas, a lo largo del tiempo, con tristes intenciones.

Unknown dijo...

Que genialidad. Que imaginación mas suntuosa.. Me recomendaría un libro? Quiero sentirlo leyendo.. Uno bueno, bueno como usted

Mr. Kint dijo...

La vieja frase que reza aquello de que se puede volver de todo menos del ridículo, encierra la posibilidad del retorno de la muerte, como usted describe en este particular relato. Entre las tantas cosas que ha hecho, Hundred ha resucitado, como un aggiornado Victor Sueiro, o como un Cristo de Parque Chas, tal vez. El resultado, dice usted, fue una experiencia traumática. Yo creo que hay algo de Revelación, de epifanía en todo esto.

Acá hay chicas que quieren "sentirlo. Me retiro, los dejo solos.
Lo abrazo con cuidado.

J. Hundred dijo...

*lucía otero! usted me la complica, porque recomendar un libro es algo muy privado. yo diría que regalar un libro es algo más íntimo que coger. pero bueno, ahí voy. lea ‘cicatrices’, de saer. espere al 21 de marzo, espere que empiece el otoño, y lea ‘cicatrices’. no importa qué carajo le esté sucediendo en la vida, le va a hacer bien (y me va a tener a mí, ahí, al lado suyo, leyendo con usted. prometo no molestarla). después puede dejar pasar diez o quince años, y cuando le parece que todo se ha ido a la mismísima mierda, bueno. va y lo lee otra vez. le mando un beso en la frente.

*mr. kint! yo me hago el muerto para ver quién me llora, cantaba el señor carlos alberto garcía moreno, cuando todavía era charly garcía. nos ponemos de pie, hacemos silencio.