18.9.14

Fue bueno mientras duró


–Dejame hablar –estoy sentado, al costado de la cama, desnudo. Termino el whisky de un trago. Me gusta tomar un whisky, desnudo, después de coger, sentado al costado de la cama, como si contemplara lo sucedido, mi obra. Me gusta tomar whisky vestido también, sentado en la cocina o en el comedor, o en un bar. Me gusta tomar whisky, básicamente–. No me interrumpas por tres o cinco minutos. Porque siento que te tengo que decir lo que me pasa. Y me cuesta, decir las cosas. Entre hablar y escribir, prefiero escribir. Y todavía más prefiero ni hablar ni escribir, prefiero coger o caminar, tomar café con leche o mirar por la ventana.
Ella se incorporó un poco, contra los almohadones. Dudó por un instante si encender un cigarrillo, pero no tenía demasiadas ganas de fumar, era más que nada para dejar de tocarse el cabello, tener las manos ocupadas.
–Me cuesta decir las cosas –apoyé el vaso en el piso–. Me han dicho que soy hermético, pero me parece importante decirte esto, dejame hacer el intento. Porque yo seré muchas cosas, egoísta, malhumorado, fóbico, pero no soy de mentir. Y menos a las personas que me interesan, a las personas que quiero. Mentir en un trabajo, mentir por dinero, eso no es mentir, eso es otra cosa. Por eso, a vos, no te quiero mentir.
Prendió el cigarrillo nomás, Miriam, pitó. Todo su cuerpo pareció relajarse mientras exhalaba. 
–No sé cómo empezar –me rasqué, con el revés de un pulgar, la panza–. Mirá, bueno. Estuve pensando y no sé, me parece que lo nuestro, la relación, se ha ido agotando. Es como si ya supiéramos lo que va a pasar, lo que vamos a hacer. Qué plato vas a elegir para cenar, qué botón hay que apretar, para coger. Y yo no sé como hace otra gente, pero a mí la rutina me mata, siento como si un hámster me fuera masticando, despacito, el alma. Repetir una y otra vez las cosas y esperar que el resultado sea diferente, locura diría Einstein. Me cuesta, me pone mal todo esto, porque empiezo a sentirlo, me conozco, una sensación de generalizada incomodidad, y aunque diga que no, aunque luche contra eso, no puedo. Se impone el fastidio, y entonces me parece que te lo tengo que decir, para que no sigas perdiendo el tiempo conmigo. Fue bueno mientras duró, debiéramos poder recordar las cosas buenas, despedirnos sin excesivo rencor. La relación está agotada, y no es culpa de nadie, a veces no es culpa de nadie. Las cosas se acaban, digamos que de muerte natural, la decadencia y caída de cualquier proceso. No tiene sentido hacernos daño, prolongar el sufrimiento, la agonía. Te lo tenía que decir, dejé todo en la relación, puse lo mejor de mí, hice mi mejor esfuerzo. A mí también me duele, claro que me duele. Pero igual, bueno, te lo dije. Ahora me siento mejor.
–Qué decís, Juan –Miriam apaga el cigarrillo en el cenicero que está sobre la mesita de luz, se sienta en la cama–. Si nos conocimos el viernes pasado, esta es la segunda vez que cogemos.

7 comentarios:

Arturo dijo...

Maravilloso

WOLF dijo...

Sublime...!!! Gracias.
Por otro lado: a ver si baja un poco el nivel, estoy podrido de sentirme agradecido hacia usted... Lo saludo sintiéndome en deuda.

J. Hundred dijo...

*wolf! le cuento algo, algo que me hizo recordar, algo que me vino a la mente. solía yo coger con un verdadero bofe inmundo, una bestia de pantano, una mujer, por decirlo de algún modo, para nada agraciada. no importaba en ese entonces. sucede que yo he cogido tan poco en la adolescencia, he pasado tantas privaciones de carácter afectivo, que bueno, era importante para mí encontrar el vehículo a través del cual desfogarme.
sigo. me veía con aquel repelente ser, dos veces por semana. y le aplicaba, rigurosos tres pistoletazos each. era yo una verdadera uzi, una metralleta sin control, un vesubio inflamado de lava proveniente del núcleo mismo, del magma basal, del centro de la tierra.
en fin, sucedió que un día, antes de la fornienda habíamos ido a comer a ‘la mamma rosa’, y yo me había embuchado milanesitas de muzzarella de entrada, o la berenjena rellena, luego unos fusilli con ajo y brócoli, quizás de postre un flan con dulce de leche. todo con un tubo de vino de calidad nimia. al llegar a mi domicilio, procedí yo a tomar el whisky previo para darme arranque. mi dinámica habitual era tres whiskys, tres polvos. pero. inflamado en lo abdominal, agitado como un chancho pecarí que corre por su vida, cansado, triste, viejo, se ve que le apliqué, a la infame en cuestión, la suma de 2 (dos) polvorones. encendí un cigarrillo, y me dispuse a quedarme dormido.
aquí llega lo que quería contar, el nudo de la cuestión. logré observar que la bestia me observaba algo fastidiada, brazos cruzados, en clara actitud de ‘flojo lo tuyo, eh’.
lo que quiero decir es que la gente, por lo general, no comprende un pomo de nada. en lugar de agradecer el milagro (el milagro soy yo, qué la duda), se acostumbran a mi genialidad, y luego creen que es su derecho, que les corresponde. digo además que la ingratitud es peor que la traición.
en cualquier caso no me debe nada, soy yo el que le agradece sus palabras. me temo que en cualquier momento volvemos con la programación habitual. lo abrazo con efímera empatía.

Yoni Bigud dijo...

La respuesta de la señorita suena muy lógica. Y me quedaría de su lado si no fuera porque ponen la misma cara de sorprendidas, se sientan igual en la cama, cuando uno se va después de quince años sin soltar ningún monólogo. Sin explicaciones que, de más está decirlo, siempre sobran.

Le dejo, como es costumbre, un trasnochado saludo.

J. Hundred dijo...

*yoni bigud! no me queda del todo claro si usted se refiere a la señorita del texto, o a la señorita de mi comentario (que también, desde ya, es texto). tampoco alcanzo a leer, en su comentario, la parte donde dice que soy un genio. quizás todos somos susana giménez en algún rinconcito del alma. y sí, el que explica pierde, ahí sí que estamos más que de acuerdo, entre pizzeros no nos vamos a pedir el ticket. lo saludo desde el corazón de las tinieblas.

*arturo baldo! un involuntario error de ‘catanpeist’, hizo que omitiera responderle en primerísima instancia. no es que tenga gran cosa para decirle, en general, a usted ni a nadie. pero es mi costumbre responder, o al menos tomamos nota. digo entonces: una gentileza de su parte. y lo saludo.

Bob Harris dijo...

Se podría hacer razonamientos a cerca de la caducidad de las relaciones y bolas como esa. Pero como siempre en el saber popular está la verdadera sabiduría, lo que pasó simplemente es que solo “duro lo que dura dura”.
Como siempre muy bueno lo suyo
Abrazo

J. Hundred dijo...

*bob harris! todo se construye y se destruye tan rápidamente, que no puedo dejar de sonreír, hubiera dicho el señor carlos alberto garcía moreno, cuando era charly garcía. lo abrazo.