10.7.10

Védico

El conferencista, reconocido, hindú, pero con la carita repleta de una muy occidental picardía, pelito corto, mucho gel. La unión, el puente entre la védica sabiduría, tan milenaria como genial, con el occidental que ha inventado los aviones y las computadoras, el golf y los rascacielos, pero aún así no sabe qué es, para qué fue puesto sobre la faz de la tierra, y entonces no puede evitar el desconcierto, el aturdimiento, la tristeza.
El conferenciante, entonces, te decía, hábil prestidigitador, mantiene la atención del público dosificando sus conocimientos en el campo de la neurobiología, su profundo expertise en la relación mente-cuerpo, sus fantásticos descubrimientos en el campo de la medicina de la mente.
El conferenciante, para explicar un concepto, cuenta una historia, algo que sucedió, durante un experimento.
El experimento consistía en agarrar un grupo de conejos, y darles alimentación para que se les volara el colesterol a las nubes. La intención era probar una nueva droga que había descubierto un laboratorio austriaco para combatir el flagelo, un nuevo medicamento. Primero les tenían que subir el colesterol, a los conejos, luego probar el remedio.
Pero, aquí empieza lo rico de la cuestión. Alimentaron a los conejos como si fueran jugadores de los All Blacks. Antes de comenzar a probar la medicina, los científicos testearon y había un grupo de conejos que no tenían el colesterol ni la quinta parte de alto que el resto.
Te recuerdo que eran muchos conejos, y también te recuerdo que todos los conejos comían, comieron, durante un par de meses, lo mismo. Cuatro comidas al día. Milanesas napolitanas con papas fritas y huevos fritos, hamburguesas completas, alfajores, gaseosas, licuados de banana con leche, no sé.
Sin embargo, de los cinco mil conejos, ponele, había un subgrupo, cien conejos, que estaban más gorditos, sí, igual que el resto. Pero con el colesterol impecable.
Los científicos estaban desconcertados. Empezaron a pensar. Sus científicas almas reclamaban una respuesta.
Finalmente averiguaron la cuestión. El grupo de conejos con el colesterol normal a pesar de lo que habían comido, eran alimentados, mañana y noche, por una empleada, entre los tantos contratados para la función, la tarea.
Pero esta empleada, encargada de ese sector de conejos, en lugar de separar la correspondiente ración de comida y prácticamente arrojarla en cada jaula, como hacía el resto de los empleados, no lo hacía así, no lo hacía de ese modo.
La persona sacaba cada conejo del grupo que le correspondía, y lo acariciaba, un par de caricias nomás, al parecer le gustaban los conejos. Sacaba al conejo de la jaulita, te decía, lo acariciaba, le decía alguna que otra dulce palabra, le deba un pellizquito, un tirón de orejas. Después colocaba, con delicadeza, con cuidado, suavemente, al conejo y su correspondiente comida, en su correspondiente jaulita.
Y eso era todo. Los conejos así tratados, los conejos que habían recibido esa pizca de ternura, a pesar de haber comido las mismas porquerías que el resto, no habían desarrollado la patología, la enfermedad. Seguían sanos.
Te cuento todo esto para que entiendas que no tenés que ponerte así, tan mal, cuando te pido que me hagas una paja en un ascensor, en un cine, en un automóvil, prácticamente en cualquier parte. Me gustaría que tuvieras un enfoque más amplio.

11 comentarios:

Hortensia si me querès... dijo...

Si està cientificamente comprobado..
Jamàs me volverè a negar!!!!

Muy bueno lo suyo, siempre!

Anónimo dijo...

Capaz es mas lindo acariciar un conejo que la suya.

Mr. Kint dijo...

Desconozco si este corolario científico es de carácter védico, ignoro también si las pruebas son verídicas. Poco importa, porque usted advierte, con ese discernimiento bhramánico, que el mecánico entendimiento occidental necesita de vez en cuando que lo sopapeen con un par de cobayos fétidos para que, de esa manera, comience a vislumbrar algo que le sería fácil notar si aminorara un poco la marcha de su lógica caprichosa y superficial.
Es de erudición intemporal eso de que una simple acariciada de nutria antes de cada comida (en manos de la ocasional festejante) no sólo encarrila los níveles de colesterol, ácido úrico y triglicéridos, sino que también reduce uno de cada tres infartos, sacándole varios cuerpos de ventaja a cualquier aspirina prevent.
Ya lo dice el milenario sutra: si es de bayer, es bueno.
Saludos.

J. Hundred dijo...

*hortensia si me querès…! como se le suele decir a determinados cirujanos, como se le suele decir a determinados pianistas, quizás nunca mejor dicho, en esta algo efímera pero no por eso menos emotiva oportunidad: Dios le conserve esas manos.

*anónimo! lamento tener que estar de acuerdo con usted.

*mr. verbal kint! resulta de lo más común ver al hombre de ciencias, la mayoría de las veces, atribulado por cuestiones mitad universales, mitad existenciales. el origen del cosmos justamente, la vida después de la muerte, la dinámica de los fluidos, complejas honduras matemáticas. y es de lo más probable que, el hombre de ciencias, quizás lo único que necesite, de tanto en tanto, es que le sacudan un poco la marsopa. un saludo.

Roedor dijo...

Volcó. Venía bien en estos días pero el derrape le desbalanceó el vehículo. Otra vez el síndrome DRF. Nadie es perfecto.

Jazmin dijo...

Imagino al Dr. Viktor Frankenstein haciendo igual pedido a Igor.


Quizás debiera usté mismo tener más amplio enfoque, y no circunscribirse al universo femenino que parece serle tan esquivo. Amplíe.
Mire. Ahí mismo tiene a los conejitos, que parecen tener la misma necesidad de mimos.






(si yo le disculpé la suya, hace unas entradas atrás, usté me va a disculpar ésta)

Anónimo dijo...

Ud. es un incomprendido, ella no sabe lo que se pierde JH, nada mejor que esos lugares de los que Ud. disfruta tanto, no probó todavia dentro de un confeccionario? eso sí, yo alquilaria un disfraz de conejo, para completar el cuadro.

no se imagina lo bien que la puede pasar.
No se desanime, siempre hay manos dispuestas a satisfacer deseos.

LeO dijo...

Ya imprimí los resultados del experimento para llevarlos en la billetera.
Agradeceré me indique su número de matrícula y una dirección postal donde hacerle llegar la copia para que me la firme. Los gastos de franqueo son a mi cuenta.

J. Hundred dijo...

*roedor! ya dimos.

*jazmin! si yo le dijera también, ‘usted me va a disculpar ésta’, existe la posibilidad que se descontextualice, ejem, el concepto, la disculpa. que gringa rencorosa, eh.

*anónimo! se percibe más que claramente la hondura de su preocupación, lo abismal de su inquietud.

*leO! dijo ortega y gasset, alguno de los tres, no sabemos qué nos pasa, y eso es lo que nos pasa.

Roedor dijo...

No, nunca es suficiente. Si no, no habría escrito lo que escribí. Siga esforzándose.

La lectora dijo...

El texto venía bárbaro, interesante y de repente me sale con el ascensor... me empecé a reír sola, juajuajuajua. Ahora, cualquier cosa, ya hay razones científicas para estas situaciones.