15.7.10

Lleno de gente

En Buenos Aires, en los últimos años, la gente se manifiesta. La peor opinión es el silencio, decía una consigna. Barriales epopeyas, democráticos bocaditos.
Voy a la zona de Congreso, está lleno de gente. La gente está, no hay por qué negarlo, con muy mala cara, arrasada por un fuego que no se apaga nunca, mal vestidos, algunos fuman, otros gritan. Hay gente con cacerolas, golpean las cacerolas, justamente, con cucharas. Veo un señor que golpea un martillo contra el poste de un semáforo, concierto de metal pesado, veo un señor con un megáfono, subido a un banquito, gritando consignas en extrañas lenguas, predica y blasfema, a la vez.
Me acerco a un grupo, un grupo de muchachos de mugrientos cabellos y viejos gamulanes. Dos chicas, con sus mochilas en el piso, se pasan un porro y se ríen. Les pregunto qué es lo que reclaman.
–Nosotros somos del centro de estudiantes del colegio nacional 399, y queremos que la fotocopiadora la maneje un cuerpo colegiado de dieciocho personas donde estén incluidos representantes del alumnado como fuerza viva del colegio.
Les digo que sí, con la cabeza, dos veces que sí, o sea que claro, levanto un pulgar y pongo cara de Pelé vendiendo un reloj Seiko, la carita de un negro pelotudo que no quiere más quilombos. Sigo caminando.
Hay un grupo de ancianos. Toman mate cocido de un jarro de aluminio muy grande. Se van pasando el jarro de mano en mano, el jarro tiene una sola asa, lo que dificulta la maniobra, el traspaso. Les pregunto qué es lo que reclaman.
–Nosotros queremos una jubilación digna después de treinta y cinco años de trabajo, pibe. Yo fui ferroviario, y no me dejan cambiar el audífono –se saca el audífono de su peluda oreja, y levanta, el audífono, no la oreja, bien alto. Los demás aplauden, alguien alza una muleta y apunta al cielo como si se tratara de un AK47.
Aplaudo yo también, palmeo un par de fatigadas espaldas. Una mujer, encantada con la maniobra del señor del audífono que acaba de presenciar, alza su dentadura postiza, y sonríe, dos veces, al mismo tiempo. Me despido y sigo.
Me acerco a un multicolor grupo, todos muy bajitos, con atuendos típicos del altiplano. Las mujeres llevan el cabello muy tirante, o trenzado. Los hombres miran con ojitos de reptil, parecen parpadear al revés, de abajo hacia arriba. Dos o tres tocan quenas y algún xicus, reversionan temas de Abba. Les pregunto por qué están allí.
–Somos bolivianos y peruanos y nos niegan la ciudadanía argentina. Tenemos derecho a vivir en este país, estas tierras eran nuestras antes que llegara el puto de Colón y todos esos chupapijas colonizadores. ¡Viva la Pachamama!
–¡Viva! –Digo yo. Alguien me regala una empanada. Es muy picante, riquísima.
Sigo, por un rato. Están los damnificados por el corralito bancario, los que perdieron su casa por culpa de corruptos escribanos, los que quieren educación libre y gratuita, los que quieren ir a estudiar afuera pero que pague otro, los travestis que quieren poder colocarse culos de porcelanato en los hospitales públicos, las madres solteras que tienen derecho a una asignación por hijo, las divorciadas que quieren que sus ex maridos no se puedan juntar nunca más con nadie, los que dicen que el cantante del grupo de rock ‘callejeros’ no podía saber que en los recitales se iban a tirar bengalas, están los que quieren que las empresas privadas sean del estado, lo que quieren que se prohíba la entrada del Papa al país, los que quieren tener pasaporte checoslovaco, los que quieren salvar a las ballenas, los que quieren que las mascotas tengan que cagar en un frasco, los que quieren que la felicidad se venda en Farmacity (sin receta), los que quieren que Atlanta salga de una buena vez campeón de algo.
–¿Y vos? –me pregunta una señora– ¿Qué hacés acá?
No sé qué decirle. Me sentía solo, quería ver si conseguía que alguien me diera un abrazo.

11 comentarios:

LeO dijo...

ayer, de pronto, hubiera sido un buen día para pasar por ahí y ligarse un abrazo

LeO dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
A.R.N. dijo...

dijo mi maestro, algun maestro de los que tuve, no de esos que dan clases en las escuelas, de esos que aparecen en la vida, que con una accion, con un gesto, te ensenian algo que estaba ahi,que hasta ese entonces no habias podido ver, en fin, me dijo que si yo le demuestro afecto a una persona ( en este caso abrazo), esa persona va a abrazar a otra, esta a otra mas, hasta es muy probable que un abrazo recibido multiplique su emision infinitamente, y es factible, casi seguro, al final del arco iris, yo reciba muchos abrazos de vuelta.
yo quiero creerle.
beso

Anónimo dijo...

Yo estaba en la esquina de "El Molino". No lo vi..

El Gaucho Santillán dijo...

Yo quiero que haya muuuchos, pero muuuchos piquetes, porque me comprè un tanque Shermann, y que se pongan en fila, asì los piso a todos.

Pero con todo respeto a la libertad de expresiòn y protesta.

Saludos

Mar dijo...

Mi estimado tontito, ¿por qué no llamó? Lo que sobran por aquí son los abrazos

J. Hundred dijo...

*leO!

*leO! no fui puesto sobre la tierra para juzgar, ni siquiera para elegir, mucho más allá del gusto de las empanadas. pero si tuviera que juzgar, si tuviera que elegir, diría que su primer comentario es muy superior al segundo. se nota otro tipo de elaboración, de inquietud, otras capacidades.

*a.r.n.! tenía razón su maestro, no hay dudas. y quizás su maestro, con algo de pudor, un touch de displicencia, lo que quiso decir, también, es que el tesoro, al final del arco iris, muy probablemente era usted. sí, que sea un beso.

*caia! quizás disfruta usted mucho más un desencuentro que un encuentro. como los perros que tienen un ojito de distinto color al otro, como los albinos, una cromática alteración, sin causa.

*el gaucho santillán! sus palabras son ternura y luz, en una potencia, un grado, que hacía mucho yo no veía. un saludo.

*mar! hasta los más tontos, los desahuciados, los apóstatas, los réprobos, intuyen que un abrazo de los suyos cura, un abrazo de los suyos sana, un abrazo de los suyos salva. usted tiene ese llamémoslo increíble poder, esa preciosa facultad. yo me pongo de pie, doy las gracias.

Mr. Kint dijo...

No me diga que era usted. Yo estaba, quizás me vio camuflado dentro de una pequeña cuadrilla de ancianos. Yo era el que sostenía en lo alto el cartel que decía "Sí al 82% móvil y al sildenafil gratis con cobertura del PAMI"

Llámelo compromiso intergeneracional, yo le digo egoísmo y visión de largo plazo.
Hay que tener en cuenta que las conquistas de los ancianos de hoy serán los derechos adquiridos de los jubilados del mañana. Uno nunca sabe; hay que estar cubierto.
Saludos

J. Hundred dijo...

*mr. verbal kint! una de las virtudes, quizás no la más reconocida del sildenafil, es que usted se puede ir tranquilamente a dormir, mientras la hapi queda de guardia como un alerta suricato, atendiendo los teléfonos, requerimientos de cualquier índole que pudieran surgir mientras usted descansa.

La lectora dijo...

Juan, si hubiera estado entre toda esa gente, leyendo, y te veía (cosa improbable porque cuando la lectora se pone a leer, se abstrae y no ve a nadie), pero repito: si estaba allí y te veía, te daba un abrazo sin lugar a dudas.

J. Hundred dijo...

*la lectora! lo bien que hubiera hecho.