15.6.09

Treinta y tres pedazos

Mi amigo H. tuvo un accidente, un accidente en moto. Le gustaron las motos desde que era chico, desde siempre. Y fue comprando motos cada vez más caras, motos que fueran cada vez más rápido. Pero tuvo un accidente. Yendo a Pinamar, en su moto BMW R1100, carenado amarillo, dicen que hay sólo 3 en toda la Argentina. Iba a doscientos, me contaron, con su campera de cuero especial y la intención de llegar a Pinamar en dos horas, batir su propio récord. Llovía un poco, algo falló, mi amigo H. perdió el control de su extraordinaria moto y salió volando por el aire. Dicen que voló como cien metros. Y se clavó. De cabeza. Contra el pavimento.
Está internado en terapia intensiva. Paso a saludarlo. Le llevo chocolates, un buen vino, libros. Su madre está en la sala de espera. Me abraza, y llora.
–Quedó cuadripléjico –me dice la madre–. Inmóvil, absolutamente inmóvil, del cuello para abajo. ¡No se puede ni rascar la nariz! –Se va deslizando, la mujer, no puedo sostenerla, se derrama sobre las baldosas color verde agua y entonces se pone de pie el hermano mayor de H., para ayudar a levantarla, pero no tiene fuerzas, y por un momento nos caemos los tres, ante la reprobatoria mirada de un par de enfermeras para las cuales el dolor es simplemente parte del decorado.
Entro a verlo. Camino por un estrecho pasillo sin mirar demasiado las camas donde algunos yacen en el remanso de la inconsciencia, otros gimen de dolor mientras un cáncer los devora, y así.
Mi amigo H. está muy quieto, recién bañado, con un grueso vendaje sobre la frente, los brazos inertes al costado del cuerpo. Lleva puesto un pijamas celeste con ositos amarillos que mastican un chupetín rojo infinidad de veces y sonríen satisfechos. Está tapado hasta el pecho, la cabeza levantada sobre un par de almohadones, los ojos muy abiertos. Y hay ese olor, ese olor sutil e irrebatible, el olor de las malas noticias que vienen de la mano de la medicina.
–Qué hacés, che –digo, pero casi no digo, se me debe haber caído la voz en algún lado.
Nada. No habla. Hay un rictus, sonríe, un estiramiento lateral de la comisura de los labios, pero no mucho, apenas, de un solo lado, y los ojos sí, los ojos me miran y es una mirada que sólo he visto en algunos animales, en un perro que espera del otro lado de la puerta y no sabe porqué la puerta está cerrada ni encuentra una rotunda manera de manifestar su desesperación.
–Te diste un palo, nomás –levanto una mano buscando una pared para apoyarme, pero no hay pared. Abro los pies un poco, tratando de afirmarme–. Me dijeron que podés hablar. Así que contame cómo estás, decime algo, forro.
Nada. Una inspiración profunda, que infla apenas su escuálido pecho. Fija la vista en los cables que bajan, en el suero o el calmante o lo que sea que gotea y se mete en su muñeca derecha.
–Decime algo, pelotudo –yo también intento sonreír–. Decime cómo quedó la moto, decime qué dicen los médicos. Te quiero mucho, y te vas a poner bien, pero decime algo.
–Matame –dice.
–¿Qué? –Estoy transpirando, hace un calor del carajo. No entendí bien, habla muy bajito y no entendí bien.
–Ma ta me –separa las tres sílabas, mueve la boca muy despacio–. No voy a poder mover un dedo nunca más en mi vida. No voy a poder coger ni tomar cerveza ni andar en moto nunca más en mi vida. Aprovechemos ahora que no está el médico ni mi vieja. Agarrá una almohada y asfixiame.
–Me partí la columna en 33 pedazos –sigue–, no tiene arreglo. Si sos mi amigo, matame. Si no, andate y dejame en paz.
Ahí estoy yo, de pie, junto a la cama de H., que nunca más volverá a ser H. Y no están los médicos ni las enfermeras, no sé porqué. Y ahí está la almohada, y la mirada de H. desde quién sabe qué infierno.
Ahí estoy yo, de pie, junto a la cama de H.

12 comentarios:

Alelí dijo...

Muy intenso. Estoy conmovida.

HB dijo...

Matalo, o no, es lo miamo.
No vas a poder vivir con ninguna de las dos cosas.

Yoni Bigud dijo...

Hago mías las palabras de HB.

Triste final.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Terrible.
Nadie debería pasar por una cosa asi.
Como se sigue viviendo con eso, con cualquiera de las dos decisiones?
imposible

Anónimo dijo...

nada que ver con este ultimo post que escribiste, pero me copé leyéndote desde el principio...llevas años, ayudó que sos de escribir corto. No terminé, pero algunas cosas que dijiste, me mataron, como lo del tsunami y el queso rayado. Y un montón mas, no lo escribo porque no tengo tiempo, me mate leyendote,
bye
si ya sé, estoy al repedo en la oficina, pero me gustó.

La condesa sangrienta dijo...

Shit..!
De vez en cuando, como ahora, ud. me tira de la moto y me rompe la cabeza en 33 pedazos.

J. Hundred dijo...

*alelí! le agradezco la conmoción

*

*yoni bigud! un saludo.

*nadasepierde! terrible. imposible. y se sigue. cosa rara.

*nadasepierde(2)! cuando yo conozco a alguien, cuando conozco a una señorita, cuando una señorita tiene el incordio de conocerme, suelo decirle, comentarle, manifestar: quedate tranquila, lo nuestro va a ser malo pero corto. trato justo si los hay. el tsunami y el queso rallado, lindo título para un libro de poemas. ahora sí, le agradezco de verdad que se haya tomado la molestia de leerme un poco.

*condesa! habiendo albergado tal vez, en olvidados pliegues de mi pasado, el respetuoso anhelo de partirla en cuatro, usted viene y me dice, con el desparpajo hecho desmesura, que la rompí en 33. otro fantástico desencuentro que nos toca compartir.

HB dijo...

silencio?
de nuevo?
ufa.

La condesa sangrienta dijo...

Entonces no dude ni se me distraiga cuando diga 'matame'.

Anónimo dijo...

más allá del texto, que me conmovió porque tiene algo en común con alguien cercano, y cuyo presente me duele, y mucho, le digo, don hundred, que ud. es un gigoló.. Un saludo.

Lara dijo...

Si es mi amigo, verdaderamente mi amigo, consideraría seriamente la posibilidad de hacer lo que me pide o de proporcionarle todo para que lo haga solo. Me aseguraría del diagnóstico, y si es así, y me lo pide a mí... es porque sabe que soy capaz de hacerlo. Sí, podría vivir con eso... al menos yo, sí.

Anónimo dijo...

"un par de enfermeras para las cuales el dolor es simplemente parte del decorado."
Habría que ser enfermera para comentar con algun elemento cierto este parrafito...
Por lo demás: impecable.
Alberto