19.6.09

Little wing

En el centro, peor aún, en el microcentro, en el lugar con mayor densidad poblacional de toda la Argentina, y de boludos, y de odio, y de todo lo malo que pueda generar la vida en una ciudad, en Florida y Sarmiento, para los entendidos. Un chico, con un pequeño amplificador, toca la guitarra eléctrica. Tiene puesto un simpático gorrito de lana, con una especie de solapas que le cubren las orejas. El chico es flaco, y toca con los ojos cerrados, y el gorrito, las orejeras, se mueven. Tiene varias capas de ropa, y una bufanda enroscada al cuello. Hace mucho frío.
Toca, toca ‘little wing’, toca ‘all along the watchtower’, toca ‘the wind cries mary’. Toca muy bien, toca genial. La gente pasa, apurada. Algunos se detienen, diez o quince segundos, y rebuscan una moneda mientras el chico estira los temas.
–Te hago una pregunta –le digo. He esperado unos buenos siete minutos a que termine un tema. Me mira– ¿Cuánto hacés?
–¿Eh?
–Cuánto hacés, más o menos, acá, en un día.
Desconfía, pero ve que no soy inspector, ni ladrón, ni policía. Un boludo más, apenas.
–Cuarenta pesos –señala con el mentón otra gorra, sobre la vereda, hay algunas monedas, un billete de dos–. Me quedo cuatro horas máximo. Si el día es bueno, hago un poco más. A veces algún turista te pide un tema, o se quiere sacar una foto, no sé.
–¿Cuántos años tenés?
–Veintisiete –me dice, y mastica un pedazo de una barrita de cereal. Le parezco un boludo, eso está claro. Así como los jugadores de fútbol dicen que saben quién ha sido jugador de fútbol, sólo por la forma de pararse, el chico sabe que yo no sé tocar la guitarra, que no soy un colega. Algo en mi rostro, el grosor de mis dedos de uñas carcomidas.
–Tomá –le doy cien pesos, un billete de cien.
Me mira. No se anima a agarrarlo. Busca la trampa, pero no hay trampa.
–No vendo ningún cd –dice–. Pero te puedo grabar algún tema que quieras, te lo traigo mañana.
–No, no quiero ningún tema –levanto un poco el billete, es un imán, lo agarra y lo aprieta en un puño, lo esconde entre sus ropas–. Quiero que no toques más, por hoy. Quiero que te vayas.
–¿No te gusta? No me digas que toco mal.
–No es eso, boludo. Quiero que te vayas de acá. Quiero que entiendas que los que venimos acá venimos por plata, venimos a matar, no tenemos alma. Venimos justamente porque no sabemos tocar la guitarra, venimos porque no sabemos hacer nada más que trabajar. Y vos aprendiste a tocar la guitarra para no tener que trabajar en una oficina, no tenés que estar tocando para turistas pelotudos que le sacarían fotos a un sobrecito de azúcar. Vos aprendiste a tocar la guitarra para estar en una banda, para coger con chicas que se dejan el flequillito stone, para salir de gira por la costa y vivir en una cabaña frente al mar.
Por eso, quiero que entiendas que al estar acá tu fracaso es treinta y tres mil veces peor que el mío, mucho peor que el de una cajera de supermercado o el de un empleado bancario. Quiero que hagas algo lindo con tu arte, con lo que sabés hacer, con tu don, o quiero que te mates. Porque si te vuelvo a ver por acá quiero que claudiques definitivamente, que aceptes lo repelotudo que sos, que te pongas una corbata vos también y no jodas más.

8 comentarios:

Alelí dijo...

jajajaja la corbata y la guitarra, me suena que alguna banda adoptó ese look!
Y déjeme decirle algo (si que es que antes no me sacan los de seguridad) ud. no debe incluirse en ese grupo, hace cosas muy lindas con su don.
besos

PD: sigo conmovida con su post anterior...espero que esté bien (los dos!)

Yoni Bigud dijo...

Lo que ocurre es que las cosas no ocurren -valga la redundancia- de un día para el otro.

Terminar de coger con una chica de flequillito stone, levantarse de la cama y ponerse la corbata para ir a laburar (o a buscar laburo) porque la cosa no da para más requiere una sinceridad, un nivel de autocrítica y una dignidad que no es fácil adquirir. Hay una transición que es muy necesaria para que el suicidio no sea moneda corriente.

No quiero pinchar el globo, matar el romanticismo implícito en este post, pero el muchacho que tenía algo para hacer con su arte, seguramente ya lo ha hecho. Este, más allá de la empatía que genera gracias a sus palabras, es un boludo más. Es clavado.

Un saludo.

La condesa sangrienta dijo...

Déjelo que siga en la calle, de lo contrario formará una banda, tocará en sitios under los días de semana, animará fiestitas de 15 los sábados, grabará un demo, alguien lo escuchará, lo promocionará,lo pondrá de cortina musical en algún programa, se hará famoso, almorzará con Mirtha Legrand, pasará por el living de Susana, venderá 3 Gran Rex, cambiará flequillito stone para coger con vedetona en ascenso, grabará nuevo disco, 'mezclará' en USA, se llenará de guita y cuando pase apurado por Florida y Sarmiento camino al estudio de sus abogados, le tirará una moneda al flaco ése que toca el saxo porque le recuerda a alguien pero no sabe a quién.

J. Hundred dijo...

*alelí! ojito, eh.

*yoni bigud! el pibe es un boludo, eso debe quedar más que claro. no todo lo que brilla es oro, me permito agregar, a veces la boludez refulge. un saludo.

*condesa! yo lo dejo, condesa. pero es como cuando veo que alguien dedicó su vida a hacer covers de los beatles. me dan ganas de decirle ‘flaco, para eso podías ser escribano tranquilamente’.

Lara dijo...

Es verdad! Conozco alguien que le va a hacer muy bien leer estas palabras tan acertadas así deja de lam,entarse por su exelente trabajo! Ya le paso el link. Yo acuerdo profundamente.

J. Hundred dijo...

*lara! si podemos ayudar a alguien con palabras, en lugar de con sangre o dinero, yo creo que también está muy bien.

Rosario dijo...

disfruto mucho de lo que haces...muchisimo...

te daria un 100 para que cuelgues la corbata, al menos por un dia...

beso beso...

J. Hundred dijo...

*rosario! como dijo el señor páez antes de chocar con el acoplado roth y quedar, prácticamente, con destrucción total del vehículo (o sea de sí mismo, o sea de páez): rosario siempre estuvo cerca. beso en la frente para usted.