18.6.05

Después de la televisión, el diluvio

En la televisión puedo ver el hambre en Etiopía; las indomitables guerras en Ruanda; los terremotos en Japón. También puedo ver, con sólo oprimir un minúsculo botón, mujeres con pechos como sandías, graciosamente dispuestas en cuatro patas, listas para fornicar con un delfín a cambio de una suma más o menos significativa de dinero.
Tal vez el mal que aqueje al televidente en general no sea la imbecilidad más plena, sino el estupor.

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