7.3.18

Un asunto filosófico


Iba por la ruta, a Pinamar, fuera de temporada. Se había muerto mi abuelo y había dejado un departamentito en Pinamar. Mi abuelo tenía dos hijas, mi madre y mi tía S. Mi tía S. le había dicho a mi madre que no podía venir con nosotros porque tenía un problema en una pierna, y su perro salchicha que se llamaba Tommy, bueno, no lo podía dejar solo porque se angustiaba, se ponía mal. Yo ya tenía todo más o menos arreglado para vender el departamento con una inmobiliaria de allá. No era gran cosa, pero era algo.
Era viernes a la mañana. Íbamos, firmábamos, y volvíamos al otro día.
Conducía el auto de mi difunto padre, un Ford Escort viejo sin dirección hidráulica que probablemente jamás había sido lavado. Yo acababa de divorciarme y le había tenido que dejar mi auto a Mónica.
Después de Dolores nos paró un control policial. Me tiré a la derecha, me detuve.
–Buenos días, señor –dije al oficial, algo excedido de peso y con la cara picada de viruela.
–Registro, seguro, cédula verde –dijo.
–Sí –dije y miré a mi madre mientras sacaba mi registro del bolsillo de la campera.
Me miró, mi madre, con esa mirada transparente tan bonita que siempre había tenido. Me miró y sonrió, apenas. En su mundo. No tenía un solo papel, no tenía idea de qué le estaba hablando. No debía pagar patente ni seguro desde la muerte de mi padre, y mi padre había muerto hacía varios años. Pagar las boletas era algo que hacía mi padre, y mi madre simplemente había considerado que todo lo que hacía él, mientras vivía, debía seguir haciéndolo de algún modo después de muerto.
–Oficial –dije, bajé del auto–. Tengo mi registro, pero no tengo los papeles del auto. El auto es de mi madre, bueno, en realidad es de mi padre, y acaba de fallecer su padre, el padre de mi madre, o sea mi abuelo. Estoy yendo a enterrarlo, a mi abuelo, en Pinamar.
–No tiene los papeles del auto –dijo el oficial, y se tocó, casi, apenas, la gorra.
–Mi madre tiene alzheimer –dije, la señalé. Mi madre miraba por la ventana, sonrió y nos saludó–. Se olvida de las cosas.
–Si no tiene los papeles del automóvil no puede circular –miraba mi registro–. Es una infracción grave.
–Escuche –dije–. Tengo que llevar a mi madre a Pinamar, voy a un entierro –hice una cinematográfica pausa–. Tiene que haber una forma de arreglar esta situación.
Levantó la vista, me miró. Todo lo que había que saber para sobrevivir en el planeta tierra estaba en esa mirada. Quizás ser argentino sea esa mirada y no mucho más que eso.
–Yo no le pedí nada –dijo.
–No, ya sé –dije–. Usted no me pidió nada y yo no le ofrecí nada. Ahora, lo que tenemos que averiguar es cuánto es nada.
Busqué la billetera.
–Suba al auto –dijo–. Me lo da cuando le devuelvo el registro.
Saqué trescientos pesos. Se los pasé por la ventanilla. El oficial me dijo que espere y se alejó a hablar con otro que parecía estar a cargo. Volvió y se inclinó sobre la ventanilla para hablarme otra vez.
–Disculpe –dijo–. Pero van a tener que ser dos nadas, usted entiende.
Le di trescientos pesos más. Me saludó con una venia. El resto del viaje no revistió mayores dificultades.

7 comentarios:

f dijo...

ahhhh...
la terrible nada!
con su poder absoluto...

así que... nada digo!

Juan Sebastián Olivieri dijo...

"...Todo lo que había que saber para sobrevivir en el planeta tierra estaba en esa mirada. Quizás ser argentino sea esa mirada y no mucho más que eso..."

Nos ponemos de pie. ¡Aplaudimos!

J. Hundred dijo...

*f! y de pronto empezamos a entender que ‘el ser y la nada’ tiene otros significados. lo saludo.

*juan sebastián olivieri! alguien dijo alguna vez aquello de ‘argentina no es un país, es un lugar’. somos el país donde están las personas más ‘vivas’ del mundo, quizás por eso nos va para el culo. no deja de ser curioso. ojo que yo no soy austríaco, quiero decir, soy parte del problema. lo saludo.

Frodo dijo...

Venía de varias entradas porno callejero de acción y de repente ¡zás! aparece el humor. La genialidad hecha humor dramático
Como dice el tango "Nada, nada queda de tu casa natal..." o como dice el gran Carlos Alberto "De la nada a la gloria me voy..."
Hoy, con dos nadas alta cena te hacés.

Lo abrazo

José A. García dijo...

Usted entiende.
Claro.

El camino seguía más allá.

Saludos,

J.

Bob Harris dijo...

Es una extraña cosa la argentina, es la luchar descarnada y descarada por sobrevivir estando en la más grande de las abundancias.

Es un bicho bien jodido el argentino. Ganador condecorado de las mil batallas que no está dispuesto a luchar (o no tiene ganas de luchar).

Mierda en serio es la sociedad argentina que venera y llama señor a todo aquel que tiene dinero sin importar ni cómo ni porque lo tenga, como si tener dinero fuera una buena razón para venerar o como si existiera una razón.

Ser Argentino es como tener una novia muy puta, que se garcha a tus amigos y a vos de pedo que te muestra una teta en navidad, que te dilapida la tarjeta de crédito hasta hacer que te embarguen la casa, nos caga compo de arriba de un arbol, y se nos ríe sin el menor remordimiento, porque somos culpables de ser Argentinos…..

Pero esto que pienso nunca estuvo tan bien sintetizado, tan precisamente expresado como con su:
“Levantó la vista, me miró. Todo lo que había que saber para sobrevivir en el planeta tierra estaba en esa mirada. Quizás ser argentino sea esa mirada y no mucho más que eso”.

Gracias

J. Hundred dijo...

*frodo! qué sería de mí sin el humor. bueno, más o menos lo mismo que con el humor. quiero decir, el fracaso como categoría superadora, que contiene, que abarca. lo abrazo.

*josé a. garcía! por lo general, me pasa todo el tiempo, sentir que no tengo adónde ir. y no creo que haga falta aclarar que de ninguna manera existe la menor posibilidad de volver. lo saludo.

*bob harris! pocas veces, poquísimas veces a lo largo de tantos años de picar la ingrata piedra del blog, pasa que algún comentario agrega algo al texto de mi autoría. quiero decir que por lo general nadie tiene un pomo para decir, ni por escrito, ni hablado. ah, este es uno de esos casos, yo lo abrazo y le agradezco.