13.2.05

Vendiendo humo

El psicoanálisis genera una patología tan desagradable como difícil de corregir. El solazarse en la narración de problemas tan personales como nimios, mientras alguien, en este caso el doctor, nos presta una desmedida atención, termina por originar en el paciente un egoísmo extremo, rayano con la megalomanía. El paciente sale de la consulta sin haber solucionado nada; tapa la cuestión de fondo el hinchado ego que lo hace sentirse centro, sino del universo, al menos de algo.
En estos casos, lo mejor es recordar que al salir de la sesión, se debe abonar la consulta. En lo personal, no consigo encontrar mayores diferencias entre abonar una consulta al psicólogo o una visita a una prostituta. Excepto, tal vez, que a la prostituta debe abonársele antes de solicitar el servicio. En esa profesión, mucho más honesta que la de psicólogo, nadie está dispuesto a fingir si no se le abona por adelantado.

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