10.4.23

Sananding


Hay una cadena de gimnasios en la ciudad de nombre muy conocido. Dentro de esa cadena hay diferentes tipos de abonos. Pero hay uno especial, llamalo el plan ‘platino’, que te permite usar todos los gimnasios de la red, y son muchos. Además te permite usar tres o cuatro gimnasios especiales que se encuentran ubicados en distintos shopping-centers, o en los barrios más caros de la ciudad. Los gimnasios cuentan con maquinaria de última tecnología, personalizada atención, pileta climatizada, clases prácticamente de todo, de lo que se te ocurra, crossfit o spinning. Es caro, el carnet de la membresía ‘platino’, en relación al carnet común, casi como la diferencia que existe entre sacar un pasaje de avión en ‘primera’ en lugar de ‘turista’. Dos o tres veces el precio básico, más o menos.
Pagué un año por adelantado del plan ‘platino’. Un par de veces por semana voy a alguno de los gimnasios. Elijo el barrio al azar o si estoy por la zona, pero trato de rotarlos, de no ir siempre al mismo.
Voy al vestuario, me cambio. Zapatillas, shorts, una remerita.
Y entro a cualquier lado. Al gimnasio repleto de máquinas y aparatos, o a una sala donde veinte o treinta personas pedalean bicicletas fijas mientras resoplan o gritan, o a un salón donde mujeres en multicolores mallas saltan sobre pequeñas plataformas.
Me tiro a un costado sobre una delgada colchoneta o sobre el piso directamente. Y me quedo dormido. Por lo general duermo dos horas hasta que alguien, un profesor o el personal de limpieza o alguien que cree que me descompensé, que estoy muerto, me habla, me toca, me despierta.
Yo tengo un trabajo estresante, por lo general estoy ansioso, angustiado, con infinidad de preocupaciones, triste. Con todos los trastornos psicofísicos que esa situación perpetuada en el tiempo conlleva.
Y he descubierto que una de las pocas cosas que me permite descansar, que me da paz y me relaja, es estar en presencia de la energía mal canalizada, el esfuerzo sin sentido, la más pura imbecilidad ajena.

4 comentarios:

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Para eso, no hace falta pagar un lugar exclusivo.
El mundo está lleno de eso.

Saludos.

J. Hundred dijo...

*el demiurgo de hurlingham! le corrijo la corrección, pero sí che. el mundo no está lleno de eso, el mundo es eso. pero yo quería apuntar, con mi maravillosa linterna, justo ahí. saludos.

Frodo dijo...

A Vd. No le importa pero le cuento igual:
A la vuelta de mi casa, en pleno primer cordón del conurbano, pusieron uno de CrossFit. Los muchachEs salen a dar vueltas a la manzana trotando mientras cargan bolsas pesadisimas llenas de arena, ante la atónita mirada de vecinos, perros y algunos obreros que tienen que descargar y cargar pilas de ladrillos y metros de arena.

Lo abrazo

J. Hundred dijo...

*frodo! claro que sí. cada tanto veo chicas preciosas, chicas que si les pidieras que te hagan un café te dirían que no entendés el mundo actual, que las cosas no funcionan así. y esas chicas pasan corriendo llevando una pesa, una bola con manija, al borde de la extenuación, corriendo por la vereda. en esos casos me siento a verlas, me tomo un café. me hace muy bien. saludos.