Sabés que cuando finalmente sucedió, cuando estuviste desnudo con esa persona, cuando conseguiste ese diploma o ese auto, cuando pisaste descalzo esa playa no era, claro que no era como lo deseaste, como lo imaginaste, como lo esperabas.
Sucede que el deseo brilla demasiado, hay tanta luz ahí que cuando finalmente ocurre lo que deseaste algo se ensucia, la realidad salpica tu deseo, la zanahoria jamás será suficiente para compensar los palos recibidos durante la espera, quedan las marcas.
No, doblaste mal, parece lo más lógico pero no. No se trata de no desear, se trata en todo caso de desear cosas que no ocurran nunca. Bañarnos en las refrescantes aguas del deseo mientras nada ocurre, mientras te sucede como de costumbre cualquier otra cosa. Seguir deseando.
2 comentarios:
Me ja pasado frecuentemente eso de desear a alguien, es parte de mí. Como el desear a una magia, como aliada para concretar el deseo.
Algún deseo se ha cumplido y ha sido mejor de lo esperado.
Pero es un interesante planteo. Sería mejor ser demiurgo, imperfecto que un poderoso dios capaz de crear un universo a su medida, con sólo desearlo.
Tal vez tenga la clave de la felicidad, con tantos deseos, que van entre lo improbable o lo imposible.
Saludos.
Este evangelio se está poniendo lacaniano
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