20.8.21

Delicadeza


Es un tema delicado, opinable quizás, como todo lo que sucede en este mundo no está sujeto a un dogma. Hay que ir caso por caso, por decirlo de algún modo. No existe un manual definitivo.
Fijate por ejemplo el caso, si yo supiera que tu mujer sale con otro. Sí, claro, con otro tipo, la vi en la calle a los besos, o en un bar, de la manito, embobada. Alguien que la coge y la hace sentir bien. Ahora, si yo soy tu amigo y la vi, ¿debo decírtelo? Porque si no te lo digo capaz que nos vemos en una salida de parejas. Vos estás ahí con tu mujer, lo más tranquilo, diciéndole ‘gordita’ o ‘pichona’, ella cuenta una anécdota y ambos se ríen. Pero en ese caso, lo que yo sé me pone mal, por vos, siento como si yo también te estuviera haciendo de algún modo trampa, como si yo también fuera cómplice de esa mentira. Pero si te digo, si te cuento lo que sé, lo que vi, es probable que no puedas aceptarlo, que me odies por lo que te estoy diciendo. Que pienses que te lo digo porque no soporto tu felicidad. Que de algún modo deseo hacerte daño. Que te envidio.
O fijate el ejemplo, otro ejemplo. Fuiste al médico, le llevaste los estudios, y resulta que yo soy amigo del médico, jugamos al fútbol los jueves con un grupo de amigos. Y me cuenta que tenés una enfermedad incurable, que te vas a morir y no lo sabés. Ahí tenés. O me estoy cogiendo a la secretaria del médico si querés y me lo contó ella (porque también coge con el médico, ponele). Otra vez. Si no te lo cuento, si no digo nada cuando vamos a comer una pizza y te escucho haciendo planes o proyectos en lugar de ocuparte de la enfermedad que igual no tiene arreglo, bueno. Con qué cara te escucho, cómo hago para opinar sobre que vas a cambiar el auto el año que viene o que querés organizarte un viaje a Sudáfrica para ver a las jirafas. Pero si te lo digo, si te digo lo que sé, de algún modo te estoy dando la sentencia de muerte, soy yo quien te causa semejante daño. Por qué hacer eso, si sos mi amigo.
¿Conviene saber o no saber? Esa es la cuestión que me atormenta para las más diversas situaciones de la vida. Porque está la frase, tan delicada y precisa a la vez, eso de ‘ignorance is bliss’. Pero no sé si tiene sentido vivir en el engaño, en la mentira.
Pero vos sos un pelotudo y te lo digo. Aunque no cambie nada, aunque no puedas hacer nada al respecto.

5 comentarios:

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

El segundo caso es fácil: Es parte del trabajo del médico el dar esas muy malas Noticias. Hasta tal tenga alguna experiencia con eso.
Al amigo es mejor contare el tener sexo con la secretaria.

Y está bien decirle que es boludo.
Saludos.

José A. García dijo...

Nunca se le debe ocultar al otro el que sabemos que es un pelotudo.

Saludos,
J.

J. Hundred dijo...

*el demiurgo de hurlingham! la concha no tiene cuentakilómetros. no, ya sé, no tiene mucho que ver, pero me gustó la frase (estuve presente en una conversación donde se la decía una mujer digamos bastante mayor a una chica más joven, para indicarle que aunque se hubiera peleado con su novio, bueno, la vida continúa), y la quería escribir. si no me divierto yo para qué vine. saludos.

*josé a. garcía! estoy de acuerdo con usted. el otro debe saber que nosotros al menos tenemos una sospecha, presentimos que estamos frente a un tremendo pelotudo en la infinita mayoría de las veces. lo curioso y maravilloso a la vez son las excepciones. saludos.

José A. García dijo...

No conozco aún ninguna excepción.

Suerte,
J.

Frodo dijo...

Los buenos saben cuándo ser delicaditos y cuando cerrar los ojos y patear al medio.

Y con metáforas futbolísticas, aclaran los pelotudos. Se la dejo picando...