Los perros mueven la cola o ladran o saltan de sólo verte, es la alegría más pura que yo jamás haya visto, vos mirás a un perro y el perro devuelve la mirada, se alegra, puede ser incluso que el perro ni siquiera te conozca. Aún así se alegra de verte.
Y yo hubiera dado la mitad de los cuentos que escribí con tal de bajarme alguna vez de un micro, en la costa si querés, en invierno, o bajarme de un avión en Ezeiza y ver que hay alguien ahí, del otro lado. Alguien que levanta una mano o da un pequeño saltito, alguien que sonríe o murmura mi nombre.
Pero eso no sucedió. Jamás, que yo recuerde, nadie me esperó en ninguna parte. Nadie estaba ahí cada vez que fui o volví, nadie se alegró de verme.
También, es justo decirlo, la mitad de nada no suele ser gran cosa.
7 comentarios:
Nadie, nunca, nada. ¿Para qué?
Saludos,
J.
Su mitad de nada por mi todo de nada. Permuto. Ya.
*josé a. garcía! dijo el superior faulkner: entre la nada y la pena, elegiré la pena. saludos.
*anónimo! el doble de mi nada por una foto de su hermana. no sé, por decir algo. saludos.
Faulkner sabrá el porqué de su elección, yo me quedo con la nada.
Saludos,
J.
¿Moni tampoco lo esperó en algún lado, alguna vez? Abrazo
*josé a. garcía! saludos.
*dany! moni me esperó alguna vez en algún lado. para reclamarme algo, supongo. aunque quizás esté siendo algo injusto, pero bueno, para qué carajo me pregunta. es muy bueno saber de usted, saludos.
Hundred querido, el salto de felicidad de mi perro Pepe le da sentido a mi vida. Un salto similar le permite depositar su trasero en mi almohada, y el sinsentido del Universo.
Lo abrazo.
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