20.9.19

Trastorno


Me cuenta Mariana que se encontró con el hermano de Tamara, y se quedó muy preocupada. Mariana es amiga de Tamara, aunque desde que Mariana está conmigo, bueno, se ven menos. Cuando yo iba a la primaria tenía un amigo que se llamaba Martín, doble escolaridad y después me iba derecho del colegio a merendar a la casa, seguíamos jugando. Lo que quiero decir es que uno crece y eso trae aparejado, de invariable manera, obligaciones, ocupaciones, llamalo como quieras. La amistad es un organismo que va mutando, eso es lo que sucede. 
El asunto es que Mariana se encontró con el hermano de Tamara, y el hermano de Tamara le contó que a Tamara hubo que internarla. Se chifló, le dijo el hermano de Tamara a Mariana, refiriéndose a su hermana y a modo de resumen. El hermano de Tamara quería ser jugador de fútbol, era un 5 con marca y buen pase. Jugaba en Platense, en la tercera, hasta que se jodió la rodilla. Rotura de ligamentos cruzados de la rodilla derecha, jamás volvés a trabar una pelota como antes. Finalmente, el hermano de Tamara se recibió de profesor de educación física, trabaja de personal trainer en un gimnasio por Villa Urquiza. Tampoco tiene mucha facilidad de palabra.
Se le saltó la térmica, dijo el hermano de Tamara, trastorno de ansiedad generalizada, con trastorno obsesivo compulsivo, con algún trastorno de personalidad que se me escapa en este momento, sumale un brote psicótico, la lista seguía. Hay más enfermedades mentales que gente, signo de los tiempos.
La encontraron a Tamara a las dos de la mañana en un cajero automático. Hasta ahí todo bien, parecía como si hubiera bajado a comprar cigarrillos y se le hubiera ocurrido retirar algo de plata. Pero no. Estaba bailando, o como bailando, supuestamente, con el cajero automático. Lo manoseaba, al cajero. Ella estaba en bombacha y corpiño, con el jean enroscado a un tobillo. Giraba y se frotaba un poco, Tamara, contra el cajero automático, y tarareaba una cancioncita. Se sacaba una teta del corpiño y la pasaba por la pantalla.
Justo entró un tipo a sacar plata, la vio a Tamara en ese estado y el tipo llamó a la policía, al 911, para avisar que no, que no era por un robo. Que había entrado al cajero automático de tal banco en tal y tal esquina y había encontrado una mina casi en bolas, dándole besitos al cajero automático. No, no era agresiva, pero sin dudas estaba mal.
–No puedo entender –dijo Mariana– qué le pasó. Fuimos juntas a la facultad, hemos veraneado en Buzios. Una mina piola, inteligente, bárbara.
–Es raro, la verdad –dije. Pero a mí no me sorprendía en lo más mínimo su actitud delante del cajero automático. Quiero decir, conmigo le funcionaba.

9 comentarios:

Frodo dijo...

Le juro que hoy me levanté mal, no sé, quizás porque es mi ultimo día hábil de vacaciones... sí, seguro es eso.
Pero después de leerlo, me sacó una sonrisa, me dio ganas de hacer cosas, hasta de escuchar a Tom Petty e ir a comprar una birra. ¿Son las 9 de la matina? Sí, el chino ya abrió acá en Tapiales.

Si algún día deja de escribir, le juro que recorreré todo Villa Urquiza y si lo encuentro (a ud. que tiene cara de laburar en un banco o en una financiera y que compra buenos vinos) lo cago a patadas en el culo.

Lo abrazo.

Anónimo dijo...

Lástima que aquí no hay emoticones, porque le pondría 5 o 10 de esas caritas de las carcajadas.
Alberto Baru

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

A mí tampoco me sorprendió la actitud de Mariana. Y con lo que se dice de la inteligencia artificial, de las computadoras, capaz que podría haber conseguido algo del cajero automático. Pero a uno se le dio por cortar la situación. Seguro que por envidia al artefacto.

Jorge Aureliano dijo...

Como dice Frodo, yo voy a cagarlo a patadas en el culo si usted deja de escribir.

"Pásame la teta por la pantalla" me parece un hermoso piropo.

Lo saludo.

J. Hundred dijo...

*frodo! vio alguna vez cuando steve irwin iba ahí, al fondo del mar, a buscar una mantarraya? más allá de si lo picó y lo mató. lo que quiero decir, es que yo estoy muchísimo más abajo. lo abrazo.

*anónimo alberto baru! tengo un amigo que contesta por waxá con emoticones. es algo que me da cierta tristeza, que no pueda poner algo en palabras. lo abrazo.

*el demiurgo de hurlingham! la tiranía de los objetos que ni siquiera saben que existo (blade runner). lo saludo.

*jorge aureliano! es que me doy cuenta, muy a mi pesar, que ya no tengo prácticamente nada para decir. fracaso sobre fracaso como fetas de jamón cocido. qué vendrá después, mamita querida. lo abrazo.

Anónimo dijo...

Discúlpe, sucede que me causó mucha gracia el final del post y nada más que decir.
Y no se olvide que yo también tengo un amigo en el barrio Los Eucaliptos de Solano...
Gran abrazo.
Alberto Baru

Diego dijo...

Me sorprende que aún nadie refirió sobre "Hay más enfermedades mentales que gente, signo de los tiempos".
Eso, Juan, es fantástico. Los cuentos mejores logrados, para mí, que es lo mismo que decir para nadie, son los que se arman como mamushkas, formando pequeñas historias dentro de sí mismo. ¿Qué quién me preguntó esto? Claro que nadie. La primavera me pegó para cualquier lado.
Lo abrazo con respeto.

J. Hundred dijo...

*anónimo alberto baru! cierto! los eucaliptos, solano, su amigo, qué épocas. yo creía que todo eso era su particular y única manera de recordarme que le parezco un pelotudo. y todavía lo creo, pero igual le tomé cariño. lo abrazo again.

*diego! en una época yo solía decir ‘hay más boludos que gente’. ahora dije ‘hay más enfermedades mentales que gente’. en cualquier caso, siempre hay muchísima gente, y es algo que lamento tanto. leo el diario, un kenyata acaba de correr la maratón de buenos aires en 2 horas con 5 minutos. esas son las noticias que me dan ganas de comer pan con manteca y dulce de leche, el sólo hecho de quedarme quieto y fracasar en silencio mientras esos boludos corren como si les hubieran/hubiesen metido un matafuegos en el culo me hace sentir bien. cuando uno no puede, cuando no se tiene las herramientas para salir desde las virtudes propias, la boludez ajena funciona lo más bien. lo abrazo con el afecto de siempre.

José A. García dijo...

Hay más enfermedades mentales que gente, nadie lo diría mejor.

Saludos,

J.