20.3.19

Rey de la selva


Básicamente no miro televisión. Pero miro la televisión, enciendo la televisión un rato, como compañía.
No me interesa un pomo de lo que pasen por la televisión. Tampoco me interesa lo que pasa, en mayor medida, en la realidad. La televisión es básicamente concursos, programas donde la gente compite, bailan o cantan, se fijan quién puede pishar más lejos o escupir más alto. Y después tenés los noticieros, que no son más que un delivery de tragedias, terremotos, asesinatos. La idea es tener a todo el mundo mansito y asustado.
Pongo la televisión en el canal de National Geographic y miro cualquier cosa. Un rinoceronte caminando, una jirafa buscando algo, las llaves de su casa o el cepillo de dientes, dentro de la copa de un árbol. Un cocodrilo esperando, esperando y esperando que pase alguien más o menos distraído para arrancarle una pierna de un mordisco.
Algo llama mi atención.
Si te fijás bien, no importa lo temible que sea la criatura en cuestión, el poder que tenga. Siempre hay alguien que le está rompiendo las pelotas.
Podés ser el león, el rey de la selva, y cuando con un teleobjetivo lo enfocan de cerca vas a ver que los mosquitos le dan vueltas alrededor de la nariz, de los ojos. Sos un tigre, te acabás de mandar una estratégica maniobra para cazar un antílope, te sentás a comer, tranquilo, debajo de un árbol. Al toque se te presentan siete o nueve hienas a mangarte, te tratan de afanar algo, te piden diez pesos para la birra.
La verdad que me sirvió mucho, ver eso que te estoy contando. Porque entendés de una vez y para siempre que no importa dónde vivas o de qué labures, no importa el barrio en el que te sientes a tomar un café. Siempre te van a estar molestando. Alguien que habla por teléfono a los gritos, alguien que te tose en la cara, un televisor encendido en el canal de mtv latino, los colectivos que paran sobre la senda peatonal, alguien que te pisa en el subte mientras juega al candy crush y no aprendió a decir ‘perdón’.
Son leyes de la naturaleza, no se puede luchar contra eso.

11 comentarios:

f dijo...

napalm?

Alberto Arenas dijo...

Buen día Hundred. Pasaba por aquí para comentarle que su relato me ha dejado más que tranquilo. Durante mucho tiempo creí que el universo se había ensañado particularmente conmigo pero no, ahora descubro que es un berretin más de la naturaleza, que comprende (o aqueja) no sólo a la raza humana.
Gracias una vez más, este día comenzó (un poco) menos trágico.
Lo saludo pues, con la resignación diaria.

Frodo dijo...

Estuve unos días de vacaciones y estuve viendo esos mismos canales, Animal Planet en especial. Y me ha llamado la atención algo más: lo rompehuevos que son los camarógrafos, los microfonistas, y esos hijos de puta de los teleobjetivos infrarrojos que no dejan en paz a los dingos, serpientes u ornitorrincos.
Algún día alguien le va a hacer una estatua a la mantarraya que se llevó al Cazador de Cocodrilos.

Lo abrazo!

Dany dijo...

-¿que es lo que querés, no te entiendo?- me preguntaban y me preguntan
-deseo al menos que no me rompas las pelotas- respondía y respondo
Abrazo

J. Hundred dijo...

*f! rifle sanitario. lo saludo.

*alberto arenas! cioran dijo aquello de ‘lo que no es desgarrador es superfluo’. también dijo ‘cuánto están los duraznos’, una vez mientras caminaba por parís y se paró frente a una verdulería. lo saludo.

*frodo! ya lo dice el refrán: a cada steve irwin le llega su mantarraya. igual el tipo me parecía portador de un genuino entusiasmo. quiero decir, me caía bien. conste en actas, lo abrazo.

*dany! yo creo que no romper las pelotas debiera ser una disciplina olímpica. lo abrazo.

José A. García dijo...

Nos crían (o criaron) con la esperanza de que fuéramos leones, pero la mayoría no pasa de hiena.
Y eso con mucha, pero mucha suerte.

Saludos,

J.

alberto baru dijo...

Es así nomás.
Por eso cuando me intiman a optar por una cosa grande o dos chiquitas, yo me abstengo de responder.

J. Hundred dijo...

*josé a. garcía! hay una historia muy bonita pero un poco larga que leí en mi derrotero espiritual, trato de resumir. una leona que estaba preñada va a tomar agua a un lago y justo un cazador la mata. la cría nace y se salva en ese momento. la cría, entonces, se queda ahí donde había una manada de ovejas. las ovejas la dejan estar con ellas, y la cría se queda y crece, convencida de ser una más. pasados pongamos un par de años, un día un león ve el rebaño de ovejas y corre a atacar. descubre que hay otro león y piensa que bueno, harán el trabajo juntos y se repartirán el botín. pero el otro león le comienza a suplicar ‘por favor, no me mate, por favor’. entonces el león que ha aparecido, el león dos por decirlo de algún modo, agarra al león uno del cuello y lo lleva hasta una laguna para que vea en el reflejo que ambos, león dos y león uno, son iguales. para que descubra, el león uno, que no es una oveja sino un león, que eso es lo que ha sido toda la vida. entonces, en ese instante, el león uno ruge. wake up and roar, digámoslo así. la historia, como tantas otras cosas que he contado, puede no tener la menor importancia. pero también puede tener tantísimos significados que uno había pasado por alto. lo saludo.

*alberto baru! a veces lo pequeño también es bello, dije en determinada ocasión. y pelé la chota. lo saludo.

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Se podría resumir que inevitablemente, el subte viene lleno. Lo que es una molestia, obviamente.
Saludos.

J. Hundred dijo...

*el demiurgo de hurlingham! estimado, de eso estoy hablando hace quizás ya demasiado tiempo. lo saludo.

José A. García dijo...

Es una interesante parábola que, como en la mayoría de los casos puede tener varias interpretaciones. Y siempre nos quedamos con la que nos resulta más útil.
Nadie se pregunta qué hacían las ovejas en ese lugar. Nadie ve las ovejas, nadie se reconoce como tal.

Saludos,

J.