21.4.18

Eso de lo que estamos hechos


Los seres humanos tenemos una parte centrífuga y una parte centrípeta. De acuerdo a la parte que se imponga, que de algún modo predomine, podríamos decir que los seres humanos pueden ser agrupados en dos grandes categorías: los centrífugos y los centrípetos.
Si sos centrífugo, tu esencial característica es la expansividad. Creés que valés mucho, que estás para más. Querés conocer gente, hacer esquí acuático, tirarte en paracaídas, viajar. Te gustaría hacer un safari y ver cagar a un elefante detrás de un árbol, andar en canoa, correr maratones, ir a fiestas electrónicas. Te parece que tenés algo interesante para decir sobre prácticamente cualquier tema, tu opinión vale, irías sin inconvenientes a las reuniones de consorcio para discutir sobre el horario en que conviene encender la caldera del edificio, qué marca de escobillones conviene comprar, te gusta chatear.
Si sos centrípeto, entonces dudás. Sobre vos mismo, más que nada. Te molesta estar con mucha gente, escapás de los recitales y de los espectáculos deportivos. Te puede parecer que todos son más jóvenes que vos, más flacos, más felices. Te parece bien quedarte quieto, hacer meditación o a lo sumo yoga, en un asado en familia se olvidan de preguntarte si querés otra porción de mollejas, o de matambre. No le darías un beso a tu novia en un colectivo, te parece que las demostraciones de afecto corresponden al ámbito privado.
Si sos un masculino centrífugo, por la ley de los opuestos, te atraerá una chica centrípeta, te parecerá que es buena o dulce, que prende incienso o sabe cocinar. Si sos una femenina centrípeta, te deslumbrará un muchacho centrífugo. Alguien que te lleve a coger a la terraza o que tome whisky o cocaína (o las dos cosas, taco y punta). Porque le aporta aventura a tu vida, algo divertido, velocidad. Se entendió, y la recíproca también se aplica, masculino centrípeto con femenina centrífuga. No hace falta insistir.
Hay una característica más, algo que define tu precario paso por la tierra. Un rasgo que subyace, que todo lo abarca y lo contiene, se impone por sobre los distintivos factores que acabo de detallar.
Es lo boludo que sos. Independientemente si preferís moverte o quedarte quieto. Tu boludez es un mar.

*en la última oración, donde dice ‘boludo’ se puede escribir ‘boluda’, donde dice ‘quieto’, quieta. el sentido del texto permanece inalterado.

4 comentarios:

Bob Harris dijo...

Usted acostumbra a estas calificaciones, por lo general graciosas e inteligentes, creadas más para que nada para argumentar sobre alguna característica antropológica como la idiotez.
Sus calificaciones anteriores eran boludeo, del bueno, pero boludeo al fin.
Hoy su categorización es mas realista, lo centrifugo o centrípeto, tal como lo plantea, mas o menos es sobre como se comporta cada uno sin tener en cuenta cuan boludo se sea.
La boludes va por otro lado porque la boludes es transversal, es universal y no diferencia ni clase, ni color, ni credo, ni educación, ni centrífugos, ni centrípetos.

Como usted dice "Tu boludez es un mar"

Como siempre es un placer leerlo.

Abrazo

J. Hundred dijo...

*bob harris! dice usted ‘la boludez es transversal’. y yo me permito recordar que una cosa bella es una alegría para siempre. le agradezco, lo abrazo.

Frodo dijo...

Interesante reflexión que cruza disciplinas tan dispares como la psicología, la física, la sociología y el amarre de pareja.

Me lo imaginé como un samba, donde el mar de boludos alcanza a todo el parque de diversiones pero en especial al viejo de bermudas que se clava un pancho con lluvia de papas y se ríe a carcajadas lanzando proyectiles.

Lo abrazo

J. Hundred dijo...

*frodo! la característica basal del mar de boludos es que ha permeado todo. no hay más que levantar la vista para descubrir que uno está empapado. así la vivo, lo abrazo.