La prostituta viaja a su trabajo. Son las once de la mañana.
Hace un turno de diez horas, empieza a atender después de las doce del
mediodía. Trabaja en un pequeño departamento sobre la calle Marcelo T. de
Alvear, con otras tres chicas. Se turnan, dos y dos, y el Toti o Rulo que
vigilan que nadie se haga el loco, las cuidan.
Se acuesta, Nancy, con un promedio, entre cinco y nueve
tipos por día. Trescientos pesos por tipo, el treinta por ciento es para ella.
Y las propinas.
Viaja en colectivo con los auriculares puestos, le gusta
escuchar la radio, enterarse lo que pasa, y un poco de música. Acaba de dejar a
su hija en el colegio. Iris, su pequeño
milagro, su sol. Todas las prostitutas tienen una hija, real o imaginaria, por
ellas trabajan, siguen con ese asco de vida.
Mira, Nancy, un rápido paneo detrás de sus lentes oscuros
que le cubren la mitad del rostro y le tapan las ojeras y el fastidio. El
colectivo lleno. La gente, hombres, muchos hombres, yendo a sus trabajos, conversando
con sus esposas o novias, o hablando por teléfono celular con alguien que del
otro lado les contesta, los escucha.
De pie, Nancy, la cartera pegada a la panza, piensa que todo
es mentira. Esos tipos que parece que tienen esposas, trabajos, hijos. En un
rato nomás, comenzarán a tocar el timbre. Nerviosos, sudados, furtivos. Para
pedirle que se las chupe, que se las chupe más, que se trague el esperma
mientras ellos se ponen una careta del hombre araña o la estrangulan. Hombres
que le pagarán cincuenta pesos más si ella se viste de colegiala y acepta
hablar como una nena chiquita. Hombres que lo único que quieren es que ella les
diga ‘papi’ o ‘ay, papito’, o ‘qué grande que la tenés’, ‘uy, eso duele, duele
mucho’.
Hombres que cogen y mientras cogen la obligan a decir, a ella,
que es una puta de mierda, y la insultan. Hombres que quieren que ella les meta
un consolador fosforescente en el culo.
Qué mierda, por Dios. Qué vida de mierda, cuánta hipocresía.
Detrás del decorado sólo hay bestias sin alma, locura infinita.
–Sentate, por favor –un muchacho, no más de veinte años, muy
serio, peinado para el costado, con gruesos lentes y un par de libros en la
mano. Se aparta un poco, una persona se ha levantado y él, que está de pie justo
frente al asiento vacío, lo señala, se lo ofrece.
Quizás no todo sea tan malo, piensa Nancy, que viaja a su
trabajo vestida con mucha discreción, podría ser una mujer yendo a un banco, a
una oficina. No es voluptuosa, su cuerpo es duro, compacto.
–No, gracias –¿Me estaré volviendo vieja?, piensa también.
9 comentarios:
Abundan los ejemplos de quienes ven pasar la vida como la vaca ve pasar el tren. Usted no, usted desmenuza lo que ve para sacar la sustancia, para aprender, o tal vez solamente lo hace para satisfacer una malsana curiosidad. Sea por una cosa o por la otra, usted le saca provecho a la experiencia, y creo que eso está muy bien. Muy bien.
"Quizás no todo sea tan malo"
Quizás se esté volviendo vieja o quizás esté en lo cierto, no todo es tan malo. Aunque es difícil creer esa teoría.
Tiempos lóbregos transitamos.
Le dejo un saludo, Juan.
*viejex! yo nací para miraaar, lo que pocos quieren veeer, yo nací para miraaar, cantaba el señor carlos alberto garcía moreno, cuando era charly garcía.
*bee borjas! quizás pudo usted decir ‘lúgubre’, en lugar de ‘lóbrego’. en cualquier caso, no dijo ‘sarkany’, ni tampoco ‘prüne’, y entonces, yo también, tengo que pensar que quizás no todo sea tan malo. la saludo con aprensión.
Entre ese costumbrismo exquisito que suelta usted cada tanto, noto también cierto recurrente fetiche con la careta del hombre araña.
No sé, habiendo tanto super héroes, vaya a saber por qué elige ese.
Saludos y un abrazo.
*mr. kint! le contesto con una parábola, una semblanza, una fábula que bien podría estar a la altura de las de la fontaine. hace poco, una noche de domingo, en un programa de televisión, vi un reportaje. el programa era del señor majul. y estaba entrevistando al abogado, fisiculturista, filósofo finisecular tal vez, adalid de la justicia desde ya, el señor fernando burlando. el reportaje, un cúmulo de generalidades por cierto sin mayor relevancia, era para hablar, cuándo no, de la inseguridad. en determinado momento, el señor burlando, con el ánimo de dar un ejemplo de cualquier cosa, de algo relativo a la cuestión, mencionó que él solía deambular por tenebrosas zonas del conurbano, en su porsche descapotable (dijo el modelo exacto del automóvil, pero no lo recuerdo). y que ahora, por la inseguridad, si se siente amenazado en alguna esquina por muchachos que pueden salirle, por decirlo de algún modo, a su encuentro con las más variadas intenciones, él se ve tentado de sacar su glock .40 que lleva en la guantera, para defenderse. lo que contaba el señor burlando era más o menos así. de más está decir que el señor majul se puso muy nervioso, como es su costumbre, como el rasgo determinante que lo caracteriza, se puso más nervioso, entonces, decía, que un suricato desenvolviendo un mantecol. empezó con su ‘pero, pero, pero, cómo, cómo, cómo, entonces usted sería capaz de tirarle a un menor?’. la idea era ponerse, como suele suceder, en periodista analítico, comprensivo, y obligar al entrevistado a desdecirse, dejarlo en infracción, que tenga que reconocer, el entrevistado, que tuvo un exabrupto, que mostró un rasgo de su carácter, algo de su personalidad que no debe ser mostrado por televisión, algo que lo descalifica. a lo cual, el señor burlando, con su cara bronceada en alguna tonalidad de naranja, y ese flequillito de muñeco cayéndole sobre la frente, y una más que particular sonrisa, respondió, y fue una de las respuestas más filosóficas y más profundas que yo recuerde haber visto en la televisión en los últimos 20 años. son situaciones, dijo.
un abrazo para usted.
A Mr Kint le ha llamado la atención y por lo tanto lo ha señalado esa recurrencia suya sobre la mascara del hombre araña.
Si se me permite, voy a señalar otra que hace rato no usa pero era muy habitual a cerca de los Fox Terrier pelo duro, casi siempre con connotaciones irónico-sexuales.
*bob harris! son situaciones.
sencillo y bien directo. me gustan las historias que ocurren, en cierta medida en un colectivo o subte o lo que fuere. es un lugar de encuentros y personajes
"Detras del decorado solo hay bestias sin alma, locura infinita."
Es universalmente aplicable.
Abrazo!
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