Veo un perro, un perro vagabundo bigotudo, aturdido, asustado. Lo llamo, vení loco le digo, qué te pasa, enfocamos nuestras miradas. Cuando se acerca agachando la cabeza un poco, moviendo apenas la cola, inseguro, me incorporo y le doy un tremendo patadón, lo engancho en las costillas, de costado. El perro lanza un lastimero aullido y casi parece que va a llorar pero los perros no lloran, con lágrimas digo. Se aleja rengueando.
Veo a una señora bastante mayor. Viene de la verdulería o de la frutería o ambas cosas. Camina con lentitud, lleva un par de bolsas en cada mano. Asoma de una de las bolsas, un paquete de acelga. En otra bolsa se distinguen peras, varios pomelos, duraznos. Me acerco sigiloso, por detrás. Rasgo el nylon de una bolsa, de un tirón. Le cuesta a la mujer permanecer de pie, conservar el equilibrio. Cae una bolsa. Ruedan los duraznos. Oigo los sollozos de la mujer mientras pisho contra un árbol.
Sé perfectamente desde hace tiempo que el mundo es una rotunda mierda. Me parece que debo hacer mi aporte, colaborar.
2 comentarios:
Vota Cthulhu, que decían aquellos, ¿verdad? Ya basta de buscar el mal menor, de votar con la nariz tapada, de contemporizar los sentimientos... hagamos el mudo un lugar horrible y que todo explote, ¿verdad? Pero, por favor, deje usted en paz a los perros, que esos nunca son culpables de nada ;)
*beauséant! estimado, fue una licencia poética. podría ver a un compañero de oficina caer muerto al piso y seguir comiendo mis empanadas lo más bien, pero no podría lastimar jamás a un animal. son maneras de estar en el mundo, saludos.
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