10.1.22

Última vértebra


Hago un movimiento, irrelevante por cierto, ínfimo, hacia delante y hacia el costado, inclino mi cuerpo. Para guardar ropa sucia en una bolsa, en una bolsa donde suelo guardar la ropa sucia antes de llevarla a lavar.
Escucho un ‘cric’ apenas, casi inaudible, en la base de mi espalda, un sonido similar al de partir un cigarrillo entre los dedos.
Y se desata el caos. Caigo al piso. La columna deja de sostenerme. Dolor en estado natural, dolor puro. Algo, la última vértebra, ha tocado un nervio. El dolor me ha tirado al piso.
Es ridículo, lo sé, pero he caído como si me hubieran pegado un piedrazo. Siento un pavoroso adormecimiento detrás de las piernas y sé, porque lo sé, porque lo siento, que no podría ponerme de pie aunque me fuera la vida en ello.
Al dolor le sigue el miedo, el miedo de morir ahí sobre el parquet, de inanición quizás por no poder llegar hasta el teléfono para pedir una pizza o socorro. Intento arrastrarme pero no, tampoco puedo. Quedo de espaldas, los brazos en cruz, junto a la bolsa de basura tamaño consorcio que uso para juntar la ropa sucia de la semana.
Nada, cierro los ojos, sé que moriré ahí, mientras el dolor agujerea la espalda como un aplicado pájaro de filoso pico.
Pero sucede algo extraño además, al mismo tiempo. Mientras me duele, mientras me duele y me aturde y es el dolor más profundo que yo pueda recordar, descubro. Descubro que mientras me duele, mientras el dolor baila su lacerante danza sobre mi atribulado cuerpo, ya no importa. No importa si me dejaste, no importa ese feo rayón que le hice al auto de la manera más absurda en el estacionamiento de la calle Beruti, no importa si jamás pude escribir un cuento decente. No importa si no volveré a tomar un vaso de vino rojo con un pincho de tortilla en Madrid algún otro diciembre.
El dolor es una experiencia totalizadora como quizás ninguna otra y no importa, mientras el dolor duele, nada más. Nada de nada.
Entonces, desde el piso me brota una carcajada venida de quién sabe dónde. Me duele y me río.

2 comentarios:

Frodo dijo...

Me resulta una escena taquillera. El final sería una toma cenital y con zoom out.
Para que la represente Tom Hanks en la pantalla grande.

Lo abrazo

J. Hundred dijo...

*frodo! quedamos así. saludos.