A veces voy y compro en una pescadería, bien temprano, un pescado. Un besugo ponele, una merluza. Puede ser una brótola también, perfectamente, sin problemas. Te lo dan envuelto en un sedoso papel. Y así voy todo el día, llevando el besugo, la merluza, la brótola. Hablo por teléfono, tomo café.
Si me cruzo con alguien, con alguien que me conoce o incluso algún extraño, puede suceder que la persona me pregunte. Algo como ‘¿Qué hacés con esa flor en la mano?’. O ‘¿Adónde vas con ese pescado?’.
Yo lo miro. No contesto nada y lo miro. Sonrío, apenas. Sigo hablando de otra cosa.
La idea era no twittear nada, no mandar fotos ni videos a ninguna parte. La idea era no ser como vos.
4 comentarios:
Lo difícil que no es ser como otro, o como uno mismo, o como nadie.
No queda creatividad en el mundo.
Saludos,
J.
Y muchas veces me he encontrado ante sujetos que con el entrecejo fruncido, preguntan asombrados como es posible que yo no utilice las redes sociales.
Suelo contestar que, así como ellos no entienden, no se explican como yo no las uso, tampoco me explico porque los demás sí lo hacen.
Pareciera que en la actualidad, lejos de mi preferencia, no ser igual a la monada ha dejado de ser un privilegio.
Abrazo Hundred, le envié un saludo en el Face.
*josé a. garcía! como dijo el filósofo fernado Javier luis hortal: mhejey! saludos.
*alberto arenas! la gente es muy mala, muy boluda, y la mayoría de las veces las dos cosas. no tengo nada para agregar al respecto, simplemente lo vivo (lo sufro podríamos decir). saludos.
‘¿Adónde vas con ese pescado?’... le preguntaba al besugo.
Un chiste que yo le haría.
Abrazos
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