20.6.19

Parpadeo


Me pasó algo extraño. Bajé del ascensor como todos los días, para ir a trabajar. El ascensor se detuvo en el tercer piso. Subió un vecino. No, ya sé, hasta ahí nada raro, qué puede tener de raro que pare el ascensor, que suba un vecino.
Pero el vecino, que siempre me había resultado un repugnante ser, casado con una mujer teñida de un rubio chillón, mala y absurda. El vecino, decía, me cayó bien. Comentamos alguna generalidad sobre el clima o algo de fútbol. Llegamos a la planta baja, nos deseamos un buen día.
En el subte la gente era correcta, no irradiaba esa mezcla de estupor y furia apenas contenida. Alguien me pisó y me pidió disculpas. Una chica que escuchaba música con unos gigantescos auriculares puestos, levantó por un momento la cabeza. Me miró y sonrió.
Vino alguien de la oficina a recomendarme un cuento que había leído y que le había gustado mucho, lo había conmovido. Me había ido a comprar el libro para regalármelo. ‘Sé que a vos te gusta leer’, dijo.
Así siguió, más o menos, el resto del día. Un automovilista me dejó cruzar, aunque el semáforo le permitía el paso a él. Volviendo a casa entré en una fiambrería, compré salame y queso. Le hice un chiste, apenas subido de tono, a la chica que atendía. Se ruborizó, contuvo la sonrisa. Era cuestión de volver, invitarla a salir.
No sé cómo decirlo, el mundo se había vuelto amable, las cosas funcionaban. Llovía, apenas, brillaban las hojas de los árboles. Caminé despacio, era lindo sentir el movimiento de las piernas. Anochecía. ‘Linda noche para tomar un poco de vino’, pensé.
Entonces parpadeé. Estaba acostado, había un dulzón olor a flores. Alguien lloraba.
Traté de moverme y descubrí, por curioso que parezca, que no podía moverme. Estaba muerto, me estaban velando.
Para que no te moleste más nada, el viejo truco de morirse.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Si, está bien, es cierto, lo difícil es el cuando y el como.
alberto baru

Diego dijo...

¿Acaso, Juan, dice que aquellos que ven belleza en el mundo están muertos?

Le dejo un fraternal abrazo.

J. Hundred dijo...

*anónimo alberto baru! el cuándo, el cómo, el dónde. y ya que estamos, el nunca bien ponderado y tantas veces mal usado por qué. lo abrazo.

*diego! le iba a responder que usted no sabe leer ni mucho menos escribir, que es un imbécil más o menos tradicional, pero después recordé que no, que hace poco le escribí exactamente lo contrario. soy contradictorio, contengo multitudes, dijo walt whitman, o fue la señora belen francese, no recuerdo bien. así que releo sus palabras y si se fija bien, si presta atención, la espiritualidad, lo que me paso leyendo desde hace algunos años sin éxito alguno desde ya ni mayores revelaciones que me traigan alguna suerte de reposo, el advaita por decirlo de algún modo, no habla de otra cosa que la muerte del yo. lo abrazo.

Dany dijo...

Yo me mori 10 años. No es grato, pero al menos no me rompían las pelotas. Abrazo

José A. García dijo...

El viejo y clásico truco de que se jodan los demás pagando mis deudas.

Saludos,

J.

Anónimo dijo...

Gracias por el abrazo, a veces viene bien.
Lo difícil es el cuando y el como, le dije, porque el donde es fácil y los por qué abundan ( basta con leer algunos posteos acá)
Otro abrazo.
alberto baru

J. Hundred dijo...

*dany! estimado, eso de ‘yo me morí 10 años’ merece alguna ampliación. por aquello de ‘todos los sueyros, el sueyro’. lo abrazo.

*josé a. garcía! estimado, lamento comunicarle que aquello de ‘que se jodan los demás’ es lo que percibo del universo todo practicando a más no poder. en vida. lo abrazo.

*anónimo alberto baru! cuando tenés luz derramás luz. lo digo por mí, y lo vuelvo a abrazar.

Frodo dijo...

Vd. se hace el rudo pero en el fondo es romántico, en el sentido quijotesco del término, en el sentido maradoniano.
Cree en la humanidad, por eso escribe, por eso no comprende al que se tira en picada a las vías de Tronador justo cuando viene el subte, tan sólo para cagarnos la vuelta a casa un viernes a la tarde noche.

Me pongo de pie para abrazarlo, estoy por abrazar a un genio.

J. Hundred dijo...

*frodo! le cuento una infidencia, total esto no lo lee nadie. el otro día iba a visitar a una hermana, y compré helado en ‘lucciano’. siempre que voy a una casa, trato de llevar algo. tengo la sensación que si llevo algo quizás me dejen entrar, y además creo que si dejo algo, cuando me vaya, quizás alguien me recuerde con cariño al comerse un alfajor, for example.
sigo. la heladería en cuestión está en un barrio donde la gente es horrorosa, pero toda la gente se ha ido volviendo horrorosa, así que no quita ni agrega nada. para ver gente que quizás no sea horrorosa tenés que irte a más de quinientos kilómetros de capital federal, el encanto de lo primitivo. en la heladería atienden mal, unos pequeños elfos disfrazados con delantales y boinas que te miran como si estuvieran estacionando el transbordador columbia y vos fueras un boludo que no entiende. pero el helado es muy rico, y aprendí que el planeta tierra es con gente y es algo que lamento lo indecible pero todo no puedo. entonces compro un kilo de helado y el vendedor que me atiende cuando voy al mostrador me dice ‘cuántos gustos?’. y yo me di cuenta que si me hubiera dicho ‘cuántos gustos!’ el mundo sería totalmente diferente. lo abrazo.

WOLF dijo...

"Alguien lloraba..."
Eso me tranquilizó...
Siempre es bueno pasar por acá...
Saludos

Dany dijo...

No quisiera abundar en detalles.......pero es como si me hubiera acostado y al despertarme pasaron 10 años. Y no recuerdo nada que hubiera pasado esos años que fuera digno de mención.
Abrazo

J. Hundred dijo...

*wolf! usted me hace pensar en aquello de ‘yo me hago el muerto para ver quien me llora’, que cantara el señor carlos alberto garcía moreno cuando solía ser charly garcía. lo abrazo.

*dany! y no recuerdo nada que fuera digno de mención, entiendo lo que dice. el síndrome buck rogers podríamos decir. lo abrazo.