Me desperté, abrí los ojos. Una enfermera le susurraba algo a un joven doctor de lentes que observaba algunos indicadores con severa expresión. Me explicó, la enfermera, que había recibido un balazo en el cráneo en un asalto a un supermercado. Habían logrado extirpar el proyectil que se había alojado en mi cerebro. Había permanecido en coma once días después de la operación. Me quedarían graves secuelas, sin dudas, que todavía no se podían determinar con precisión. Tendría una complicada y extensa recuperación, pero la medicina había hecho asombrosos avances en áreas que antes hubieran resultado impensadas. Me preguntó, la enfermera, cómo me sentía. Me preguntó también si yo tenía fe, si era creyente.
Me desperté, abrí los ojos. Estaba en mi casa, supe de inmediato que era domingo. Y estabas vos, claro que estabas vos, a mi lado. Todavía dormida.
6 comentarios:
La realidad fue mejor que los sueños.
Algo para destacar.
*el demiurgo de hurlingham! usted no me lo va a creer, pero el texto terminaba ‘sentí una singular tristeza, una particular desolación’. entonces bueno, las implicancias eran totalmente diferentes. aún así me pareció que la posibilidad que la realidad sea aún peor que lo soñado todavía persiste de esta manera. pero el que explica pierde, como en la vida misma. saludos.
A veces tus textos me alegran el día.
A veces los comentarios no.
El que explica pierde. No es un mal título, ojo!
*juan sebastián olivieri! tiene usted toda la razón. me sorprendió ver que el texto iba para un lado, y que en un arranque de luz y color podía torcerse todo para un lado más amable con sólo quitar una frase. y el que explica pierde, qué la duda. saludos.
El que explica, pierde.
Le puedo contar que estoy seguro a qué hace referencia cada canción de los redondos... E irme
Lo abrazo
*frodo! yo, que he sido portador de tantas pero tantas habilidades de lo más inútiles, me hubiera encantado tener algo, alguna capacidad que fuera de alguna utilidad para variar. saludos.
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