30.9.24

Gente corriendo


Me ha tocado ver a la gente que corre. Pobrecitos, no tienen la culpa, son parte de una colectiva desesperación que los excede, los contiene y los abarca. Ni siquiera saben por qué corren, qué les pasa. Es la imbecilidad hecha pulsión.
El domingo a la mañana quise ir a Palermo a dar una vuelta, caminar un poco antes de desayunar. Era temprano y estaba bastante fresco, poca gente, más no se puede pedir por la sencilla razón que más no hay.
Pero justo iba a empezar y pasó un carrito, una especie de jeep, bien despacio, y un sujeto con un altavoz dijo ‘¡Cuidado, señores! ¡Se está corriendo una maratón, cuidado por favor!’.
Y era verdad. Me detuve junto a un poste de luz, y comenzaron a pasar. Los más veloces primero, veinte o treinta. Un poco después el promedio, todos los demás. Tres o cinco mil almas sin paz.
Remeras naranjas o verdes casi fosforescentes, hombres en su mayoría aunque había mujeres también, y gente grande. Me quedé ahí parado unos buenos diez minutos. El chuic chuic de las suelas de goma. No vi una sola sonrisa, ni una sola, el sufrimiento tatuado sobre los rostros, profundas gestos de estupor, de contrariedad.
Se me ocurrió pensar que si se filmara lo que yo estaba viendo, gente corriendo, filmados bien de cerca, verlos pasar, cualquier maratón de cualquier ciudad, algo fácil de realizar. Si se filmara una de esas carreras de domingo a la mañana y se pasara la filmación en los televisores de las salas de terapia intensiva de cualquier hospital. Si se les mostrara a los enfermos terminales, a la gente que arrastra crónicas penurias o resiste cruentos tratamientos, si se les mostrara lo que hace la gente que está sana, se sentirían mejor con sus vidas casi de inmediato. Se darían cuenta que no es tan mala la situación que les toca atravesar.

1 comentario:

Beauséant dijo...

quizás por eso corren, o hacen cualquier otra actividad que te lleve al límite. Recuerdo después una semana sin apenas ducharme y malcomiendo que cualquier cosa que me ponían delante me parecía maravillosa, la mejor ropa, las mejores croquetas.. por desgracia es una sensación que dura poco, conviene volver a sufrir de vez en cuando ;)