Llegás, a la esquina, para cruzar. Y el semáforo está en rojo, en rojo para los autos, lo que equivale a decir que está, el semáforo, en verde. Para vos.
Pero no cruzás. Llegaste a la esquina, venías caminando y podés cruzar. Pero no cruzás. Te parás, y mirás, hacia arriba pero apenas. Mirás al frente, al horizonte aunque no haya el más mínimo horizonte para ver ni para vos ni para nadie. Estamos en medio de la ciudad.
Y vas a ver que al toque nomás, casi de inmediato, otras personas se detienen. Otras personas que iban a cruzar, que venían caminando e iban a cruzar, al ver que vos no cruzás, miran el semáforo y el semáforo dice que pueden cruzar pero vos no cruzás. Las personas se detienen junto a vos y te miran, esperando un gesto aunque sea, algo que les indique si se puede cruzar, o por qué vos no cruzás. No saben qué hacer.
Lo mismo podés hacer, por ejemplo, en el subte. Vas para el centro, ves que viene el subte. Te acercás a uno o dos pasos del borde del andén. Llega el subterráneo, se abren las puertas. Y entonces. Das un ínfimo medio paso hacia atrás, cuando lo que debías hacer para subir al subterráneo, era justamente dar un paso hacia delante.
Das ese medio paso hacia atrás como si hubieras visto que adentro del vagón están degollando un cabrito, o hay un tipo en cuclillas, desnudo, defecando. Pero nada de eso, lo que hay es gente, gente viajando en subte para llegar a su trabajo, la infinita tristeza, el horror de estar vivos.
Te quedás quieto, muy quieto mirando hacia la nada misma, y vas a ver que un par de personas más deciden no subir, al subterráneo, esperar el próximo subte, esperar con vos.
Podés encontrar, de seguro, dos o tres situaciones parecidas que te permitan replicar la conducta, el comportamiento que te acabo de relatar. Tenías que hacer algo, tenías que avanzar, y no lo hacés. Agarraste el pote de mendicrim, lo sostenés un segundo a la altura de tu pecho y lo volvés a dejar donde estaba.
Vas a poder corroborar entonces que hay tantísima gente en el planeta tierra que no tienen la más pálida idea de por qué hacen lo que hacen, ni para qué. Van copiando lo que ven.
*me vino a la mente que me repito, que no hago otra cosa que repetirme, lo único que hago es repetirme. y encontré que sí, que vuelvo sobre los mismos temas que me visitan. no es tan grave (diciembre 2008, ‘fenómenos inexplicables’).