La persona, el sujeto, decide que es momento de hacer todo aquello que no había hecho. Que no había hecho antes, cuando creía que su vida seguiría más o menos como de costumbre.
Decide la persona que se quiere tirar en paracaídas, o quiere decirle a su hijo con quien hace quince años que no se hablaba que en realidad lo quiere, siempre lo quiso. Decide el sujeto invitar a sus amigos a cenar con Dom Pérignon después de toda una vida tomando vino de cartón. Y así.
Pero yo no puedo estar de acuerdo con esa línea de razonamiento, no funciona para mí. Porque si cuando creías que te quedaba lo que podríamos denominar, de alguna manera hay que denominarlo, toda la vida por delante, estabas dispuesto a ser dentista o contador, no veo por qué, ahora que sabés que no te queda nada, ahora que sabés que te morís, estarías dispuesto a manejar un bmw o a ir a cazar jabalíes a Madariaga.
Quiero decir, qué cosa podría resultar más contradictoria que intentar ser otro los últimos dos meses de tu vida. Deberías seguir haciendo lo que hiciste siempre. Morite como sos, morite así.