Existe algo que podríamos denominar ‘el síndrome del redivivo’, o ‘el síndrome del volvedor’, o en verdad no sé qué nombre ponerle. Consiste, la tipificación, en categorizar a aquellos sujetos que, tras haber estado consumidos por una adicción, logran abandonar el nocivo hábito.
Para más detalle, están aquellos que han sido adictos a las drogas, al tabaco, al alcohol. Finalmente, han logrado, según la propia terminología que suelen utilizar, ‘salir’.
Una vez que han salido, una vez afuera de la obsesión que los dominaba, se observa en ellos una descomunal tristeza disfrazada de orgullo. El sujeto en cuestión, mientras duraba el milagro de haber hallado la sustancia proveedora de alegría, alcanza un brillo tan particular como fugaz, una altura que hasta entonces desconocía. Despojado de la sustancia, el sujeto queda transformado en una cáscara que recuerda aquellos momentos en los cuales brilló. El sujeto, sin la sustancia originaria y basal de su obsesión, se regodea en la fortaleza de su privación. Sin embargo, como persona, fue mucho más interesante durante sus momentos de combustión más tóxica, que en su nueva etapa de sanidad.
Aquello de ‘no hay peor fanático que el converso’, tal vez se aplica.
Y lo mismo me ha pasado a mí, desde que te fuiste. Eso quería decir.
Para más detalle, están aquellos que han sido adictos a las drogas, al tabaco, al alcohol. Finalmente, han logrado, según la propia terminología que suelen utilizar, ‘salir’.
Una vez que han salido, una vez afuera de la obsesión que los dominaba, se observa en ellos una descomunal tristeza disfrazada de orgullo. El sujeto en cuestión, mientras duraba el milagro de haber hallado la sustancia proveedora de alegría, alcanza un brillo tan particular como fugaz, una altura que hasta entonces desconocía. Despojado de la sustancia, el sujeto queda transformado en una cáscara que recuerda aquellos momentos en los cuales brilló. El sujeto, sin la sustancia originaria y basal de su obsesión, se regodea en la fortaleza de su privación. Sin embargo, como persona, fue mucho más interesante durante sus momentos de combustión más tóxica, que en su nueva etapa de sanidad.
Aquello de ‘no hay peor fanático que el converso’, tal vez se aplica.
Y lo mismo me ha pasado a mí, desde que te fuiste. Eso quería decir.