Tu corazón, como cualquier tesoro, suele estar oculto en lugares remotos, protegido por leales guardianes o temibles dragones, detrás de puentes levadizos e inexpugnables muros, dentro de cofres especialmente diseñados por idóneos orfebres con el único fin de proteger algo tan preciado, algo tan valioso.
Y yo empecé la búsqueda por tu teta izquierda. Tampoco era para ponerse así.
Y yo empecé la búsqueda por tu teta izquierda. Tampoco era para ponerse así.
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