20.9.24

Lo vamos viendo


Sé, lo sé perfectamente, los que escriben muchas veces quisieran pintar. Poder pintar, hundir un pincel en algún color para luego deslizarlo por el blanco lienzo en esa sensación única tan particular, tan característica. Ver surgir las formas venidas de quién sabe dónde, crear.
Y sé que quienes pintan desearían hacer música. Tocar un instrumento. Un piano, un violín, escupir música, llenar el espacio con sonidos que surgen del movimiento de tus manos mientras la gente presta atención, cierran los ojos, hacen silencio.
También es cierto que quienes hacen música, quienes tienen ese extraño don, esa curiosa habilidad, muchas veces desearían saber hacer otra cosa. Ser abogados, contadores, arquitectos. No tener que ganarse la vida cobrando migajas, dando clases de guitarra o de bajo a pequeños retardados que viven en barrios privados y que sueñan con tomar una fanta con bizarrap o armar bandas de rock que los lleven a la MTV o símil para poder quedarse en pausa en una entrevista como si de verdad estuvieran pensando. Para luego balbucear alguna imbecilidad.
Los abogados, los médicos, sueñan con vivir en una cabaña frente al mar, coger con jovencitas algo desaliñadas de tetas pequeñas pero muy firmes. Hacer surf hasta que anochezca y fumar, fumar porro mientras esperás hasta el próximo porro y no mucho más.
Todos estamos tristes, de eso estamos hechos.

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