Ingresa una persona al restaurante. Es un hombre que al parecer me conoce y sonríe. Así que me pongo de pie, el hombre avanza hacia mí, doy dos o tres pasos yo también. Nos saludamos algo efusivamente.
–¡Qué hacés, loco! –su entusiasmo es genuino y eso está bien, el afecto en cualquiera de sus manifestaciones está bien.
–Animal –digo, porque algo hay que decir. Podría haber dicho ‘master’ o ‘qué hacés, ninja blanco’, pero no. Dije lo que dije.
–Estás más gordo –me mira el ombligo, a la altura del ombligo–. Y más pelado. Y ojeroso, y con arrugas, y bastante mal vestido también, estás muy cambiado –no deja de sonreír, mientras ha ubicado por encima de mi hombro la mesa con la gente que lo está esperando. El también tiene una reunión, un almuerzo, un negocio que atender.
–Vos no che, vos tenés la misma cara de boludo de siempre –le palmeo cariñosamente una mejilla–. Te reconocí de inmediato.
4 comentarios:
La vida es una sucesión de mal entendidos, una vez que te has metido en ellos no hay forma digna de salir, sólo seguir la comedia con la esperanza de entender algo según avanza la trama...
*beauséant! iba a decir aquello de ‘no sabemos qué nos pasa, y eso es lo que nos pasa’, pero prefiero citar al encantador federico manuel peralta ramos, con su: serás lo que debas ser, y dejate de joder. saludos.
Usted es genial, qué va.
Una salida magistral.
PD: me sorprende que Vd. haya mencionado al ninja blanco y yo, sin leer esto antes, hice lo mismo recién. Música de los X-Files.
*frodo! quizás después de tantos años, algo telepatizados estamos. saludos.
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