10.11.19

El tema de la muerte


El tema de la muerte es un tema jodido. Sólo hay dos cosas seguras, la muerte y los impuestos, dicen los americanos. Esto es Argentina así que los impuestos no sé, vale piquete de ojos, vale patada voladora, lo vamos viendo. Pero la muerte camina.
Los que saben del asunto, los que han estudiado, superado el inicial horror, la materia, dicen que, justamente el susto, el cagazo padre, la connotación peyorativa por excelencia de la muerte, no tiene más de doscientos años.
Es cosa de occidentales, el miedo a la muerte, de occidentales civilizados, por decirlo de algún modo. Con guita.
Se ve que vos vas progresando, vas logrando cosas, no sé, te compraste un departamentito en Pinamar, aprendiste a poner fotos en Instagram y ahí, justo ahí, charán. Te dicen que te queda poco tiempo, no importa cuánto tiempo siempre es poco tiempo. Te avisan que te vas a morir, o te enterás y aparece el susto, el terror, como un gusano.
Vas a los hospitales y la gente que está en la sala de espera, mientras esperan, lloran, porque alguien está por morir. Vas a los velatorios y la gente está triste porque alguien se murió. Justo ahora. Qué le costaba esperar veintisiete años más.
El asunto es que nos perdemos todos en el camino, corriendo como un hámster en la ruedita detrás de alguna boludez que nos convencieron era importante. Y después te notificás que viene la muerte, que no vas a estar más, que alguien se va a quedar con tu colección de de capítulos de Breaking Bad o se va a sentar en shorcito sobre la butaca de cuero de tu precioso Audi A4 y no podés procesar esa información. Salís corriendo a buscar el antídoto que te haga vivir mil años.
Si miraras las tribus antiguas, los indios wichis o los esquimales, te darías cuenta que entendían la muerte de una manera completamente diferente. Algo que es natural y parte del proceso. Algo que viene con el combo y no genera mayores contratiempos.
O si querés podés mirar a un animal. Si alguna vez viste por casualidad morir a un animal, a un perro o a un gato, a un caballo quizás. Se queda de costado, echado. Hay algo ahí en sus ojos que te muestra que lo que le está sucediendo no es tan malo. No hay temor.
Ahora, por más que me sigas masajeando no veo manera de arrancar. Te puse un buen polvo, yo diría que trabajado, y vos no estás muy buena que digamos. Así que no insistas, la pija está muerta.

8 comentarios:

Frodo dijo...

Ja! Un clásico remate en sus relatos, pero que me sigue agarrando desprevenido (como la muerte). Vd. tiene algo de Woody Allen, digo, su forma de hacer arte.

Le pongo música a todo esto:

https://www.youtube.com/watch?v=VMqmPnO_18Y

Abrazos genio!

José A. García dijo...

No está muerto quien pelea. Pero sí, la pija sí que lo está.

Saludos,

J.

Pd. Sigo sin saber cómo subir fotos a instagram, seguro me queda más tiempo.

Bob Harris dijo...

La sabiduría popular le da una explicación hidrostática al asunto y cuando uno hace mucho que no la pone, y a su vez comete algún tipo de torpeza, tanto física como de comportamiento social, te dicen que el nivel de leche es tan alto que no te deja ver ni pensar.

Pobre Pascal.

Una vez que el nivel vuelve a lo normal mejoramos bastante, tanto en la precisión de nuestros movimientos como algunas de nuestras características sociales.

Hace poco usted escribió AC/DC, título que tarde un rato en darme cuenta que no se refería a la banda (sí, soy bastante pelotudo, y además en ese momento hacia bastante que no la ponía).

Como siempre, muy bueno lo suyo

Anónimo dijo...

Y si, ponerla es bastante fácil, lo difícil es mantener la parada.
Respecto a la muerte mi vieja una vez me contesto que era el fin de la vida.
Se murió sana a los 93 años, y tranquila.
Tenía razón.
Saludo cordial.
Alberto Baru

J. Hundred dijo...

*frodo! cuenta la leyenda algo como lo siguiente. manuel francisco dos santos, alias ‘mané’ garrincha, fue aparentemente un jugador de fútbol extraordinario. a la altura de pelé quizás, o más. el asunto, dicen los que lo vieron jugar, es que era un puntero derecho y al parecer hacía siempre la misma. amagaba para adentro y luego desbordaba. quiero decir que repetir la maniobra en absoluto lo eximía de ser genial. digo, porque hacer todo el tiempo algo distinto y todas boludeces, tampoco asegura mérito. puede usted aceptar eso como algo parecido a una defensa, aunque en realidad me chupa la bolsa de los huevos si le parece que me repito. lo abrazo.

*josé a. garcía! hay certezas que no requieren mayor análisis, usted lo ha dicho maravillosamente. lo saludo.

*bob harris! usted menciona el curioso y particular fenómeno denominado ‘mirada láctea’. es cuando la leche, la propia, nos tapa la visual. conozco el tema, quiero decir lo he vivido. lo abrazo.

*anónimo alberto baru! respecto a la cuestión. la madre de mi actual compañera, en un momento, durante un almuerzo, sin mediar palabra y sin que se estuviera hablando de nada relacionado. quizás algo tocada por un vino barato y dulce que suele tomar, dijo: cuando nacemos aparecemos, después nos morimos y no estamos más. después siguió comiendo como si nada hubiera sucedido. mis respetos a su madre, y lo abrazo.

Manulisa dijo...

Justo hoy 13 de noviembre, fecha terrible y con todos los fantasmas de la muerte sobrevolando, entro a su blog y me encuentro con este texto.
Y sí, el final me sacó una sonrisa. Yo se lo agradezco mucho.

J. Hundred dijo...

*manulisa! recuerdo que usted me caía muy bien, pero no recuerdo por qué. la abrazo.

Anónimo dijo...

Es bochornoso como un intelectual puede comprender y ponderar una idea o compararla con el croar de un batracio, con el mismo nivel de seriedad.
Lo abrazo igual.
Albero Baru