6.12.15

Instructivo para citas


Para él.
No hables de tus logros financieros, no expliques que sos un tipo, por decirlo de algún modo, solvente. El restaurante al que la llevaste a comer dice todo lo que hay que saber sobre tu poder adquisitivo. Y el vino que elegiste.
No uses ropa ajustada, no uses gel, no uses barba candado.
Las mujeres necesitan que las escuchen. Que uno está escuchando es algo muy difícil de probar, desde lo técnico, desde lo fáctico. Con que levantes la vista del plato cada dos o tres minutos, y la mires, es suficiente.
Si manejás tu automóvil, no es el momento de mostrar que de chiquito te gustaba Niki Lauda.
No le preguntes al mozo si los agnolottis vienen bien, o si la porción es abundante, no consultes cuál es la salsa que va mejor con el plato, no le preguntes a ella si prefiere malbec o cabernet. La mujer, por lo general, es un extraviado ser en el planeta tierra. Lo que precisa es conocer a alguien que parezca ser poseedor de alguna certeza.

Para ella.
No hables en un tono de voz excesivamente alto, no te rías excesivamente fuerte. El hombre que tenés enfrente está tratando de hacerse a la idea de si podrá soportarte.
Está bien que quieras mostrar algunos, en caso de poseerlos, de tus atributos. Pero no es preciso que te vistas como una prostituta de Plaza Flores. Como regla general, desde donde está ubicado el hombre no debiera poder verte (ni olerte) la vagina. La persona que tenés enfrente quiere cogerte, claro que quiere cogerte, a eso vino. Pero vos estás intentando establecer un vínculo de una duración superior a los veinte minutos.
No rechaces el alcohol, no rechaces la comida. Las mujeres que no beben ni un dedo de vino exudan un existencial aburrimiento. Las mujeres que son vegetarianas deberán conformarse con introducirse, cada tanto, un paquete de acelga por el culo.
No digas que ‘estás bien’, o que ‘estás rebien’, o que estás ‘pasando por un momento fantástico de tu vida’. El tipo que tenés enfrente sabe que te estás por matar con sólo ver cómo agarrás el tenedor.
No te quejes del clima, no te quejes del ruido que hay en el restaurante, no te quejes si el café está tibio, no te quejes si no hay lugar para estacionar, no te quejes porque considerás que el mundo es muy injusto. ¡No te quejes, pelotuda!

Para él.
No digas que te gusta el teatro, que tu pasión siempre fue la fotografía o el avistaje de aves exóticas. Ella sabe que sos abogado o contador, alguien se lo dijo.
No expliques que sos un amante de la aventura, de los deportes extremos, que te gusta saltar en paracaídas o nadar entre tiburones en aguas del Caribe. Ella está buscando un boludo que sea capaz de pagar las expensas sin sobresaltos, alguien que la deje ir a la peluquería sin tener que pedir cada maldito descuento.
No inventes ser poseedor de una agitada vida social llena de cócteles y farándula. Ella tiene várices y pie plano y se cansa de estar parada. Trabajó de moza en Villa Gesell cuando era jovencita, hace muchos años.

Para ella.
No hables de los novios que tuviste. Si jugaban en la primera de vóley del Club Comunicaciones o si te llevaban a esquiar a Las Leñas en temporada baja. Esos tipos te cogieron, bastante, antes que el tipo que tenés enfrente. Es imposible no ver que esos tipos se fueron, y el residuo de esas relaciones, lo que ha quedado, sos vos.
No seas en exceso contundente en tus opiniones, no pongas énfasis en tus convicciones. No insistas en aclarar todo aquello de lo que estás segura. Tus más rotundas certezas se irán a la remierda ni bien alguna de tus amigas te diga que va a ser madre o que cambió el auto. Es atributo de la mujer ser flexible, acompañar.
No hables, durante la cena, de temas ginecológicos o relacionados con la menstruación. No digas la palabra ‘útero’ ni ‘óvulo’, aflojá con las esdrújulas. No hables de chequeos, de enfermedades.

Para él.
No te comas todo el pan de la panera, con esa mantequita de mierda. No pases la lengua por sobre el último montoncito de tuco que quedó en el plato. No sacudas la botella de vino para ver si todavía lográs que caiga otro chorrito. El ejercicio de estar vivo es conformarse.

Para ella.
No consultes tu teléfono celular. No tenés con quién hablar, nadie te escribe hace muchos años. Estás muy sola, te viniste grande.

Para él, para ella.
A veces vivir no es como en las películas.

13 comentarios:

Alelí dijo...

Hijoputas me hacés reir a carcajadas!!!

Lectura obligatoria a todo ser que supere los 18.

Falto la frase juanguiana "todos vamos a morir, no te gastes en disimularlo la puta que te parió".

Amé cada renglón.

J. Hundred dijo...

*alelí! como dice el superior slogan de alcohólicos anónimos: ya hemos estado ahí. la abrazo.

Juan Sebastián Olivieri dijo...

En el fondo...todos querríamos otra oportunidad.

Extraordinario

J. Hundred dijo...

*juan sebastián olivieri! sí.

Marina dijo...

Amor finito, de ese que no se acaba. No se me acabe nunca usted.

J. Hundred dijo...

*marina filoc! coger! no, ejem, quise decir, aquí la espero.

Mar dijo...

O sea...qué todo fue pura técnica? Estudiada y premeditada?
Ayyy

Suya
Mar

J. Hundred dijo...

*mar! me permito recordarle que la ingratitud es peor que la traición. le mando un beso en la frente.

Viejex dijo...

Jajajajajaaaaa!!! Hundred, usted es un genio!

J. Hundred dijo...

*viejex! tengo mis momentos.

Miguel Ángel Quinteros dijo...

que complicado, tantas reglas, mejor quedarse en casa a ver una scorsese

Jorge Aureliano dijo...

Había comentado otro post, "son situaciones" como uk... Ahora que estoy un poco menos perdido vuelvo a comentar; ando paseando por estos lares y me cago de risa. (No sé si tu intención de escribir sea hacer reír; pero yo me cago de risa) Soy de Tucumán; he leído a Arlt; Fontanarrosa y Buk divirtiendo muchísimo. Intenté hacer lo mismo con Sacheri pero no da.
Desp por cuestión del destino encontré el blog, esos 4 que nombré arriba están 10 escalones abajo tuyo.
Es para aplaudirte de pie; sentado y sacarse el sombrero.

J. Hundred dijo...

*jorge aureliano! estimado, usted, quizás desde la empatía, quizás preso de alguna furibunda perturbación, bueno, exagera. pero yo igual le agradezco, quiero decir, tanta gente me ha dicho que soy un pelotudo, que un elogio no debiera hacerme mayores daños. lo saludo.