Te explico más o menos todo lo que tenés que saber de la
vida. Bueno, no, en realidad no. No te explico, te cuento. Hace tiempo que, la
vida, sí, claro, a mí también, me sentó de una patada en el pecho. Cada tanto,
cuando te creés que sabés algo, la vida hace eso, como un anticuado y severo
padre que decide aplicarte un correctivo. Yo ya no explico más nada.
En la vida hay un montón de cosas, muchísimas cosas, que te
faltan. La vida se estructura, entonces, consiste, en luchar contra esas
carencias. Conseguir, por decirlo de algún modo, porque de algún modo hay que
decirlo, lo que te falta.
La situación es acompañada de tener, de poseer si querés, de
una o dos cosas, demasiado. Son como las condiciones iniciales del problema. Así
entrás a la cancha, con eso arrancás.
Acá es donde se pone divertido. Como lo que te falta te
falta, nunca sabés dónde está la línea (que por otra parte, para tu
conocimiento, tampoco existe, o mejor dicho, se mueve), en la cual lo que te
falta deja de faltarte. Lo que te falta te faltó por tanto tiempo, esa
necesidad fue tan intensa, que aunque pudieras lograrlo, jamás sabrías hasta
dónde, el punto exacto en el que estás satisfecho y no necesitás más de eso, de
eso que te faltaba.
Por lo tanto, es inevitable y al mismo tiempo el mejor de
los casos, vas viviendo con lo que te falta, hasta que de pronto, por una
curiosa mezcla de azar y destreza, puede que tengas demasiado.
Mientras tanto, con paciencia de araña, aquello de lo que
tenías demasiado, comenzará a faltarte. Esas dos o tres cosas que en verdad
importaban y a las que no les llevaste demasiado el apunte.
Te encontrarás entonces, si tenés suerte, en determinado
momento de tu vida adulta, con que ahora sí tenés demasiado de aquello que te
faltaba. Y no tenés, ya casi no te queda nada,
de aquello que al principio te sobraba (sí, claro, pensé que no hacía
falta que lo dijera: tiempo, salud, amor, ganas, ganas de cualquier cosa, ganas
de comer dulce de membrillo o de acariciar un perro o de ver llover, alegría de vivir, en fin, esas
cosas).
Sí, claro que sí, tiene que existir un lugar entre lo que te
falta y tener demasiado. Es un pueblito llamado ‘Suficiente’. Yo estuve de
vacaciones una vez, un clima de mierda, no había casi nadie. No pasaba nada.
10 comentarios:
Creo que ya lo dijo alguien alguna vez, si la memoria no me falla:
"Tener o no tener, esa es la cuestión"
O algo así.
También creo recordar haber estado en "Suficiente" hace algún tiempo.
Y tiene usted razón, un clima de mierda, no había casi nadie, no pasaba nada.
Nunca fui tan feliz.
...........
Volveré por este su rincón...
Juan… es usted un maestro!
Nosotros “los negados” estamos destinados a admirar a aquel que tiene el don de poner en palabras, en resumir y hasta quizás organizar aquello que pensamos, intuimos, pero una total incapacidad de expresión no nos permite escribirlo, ni gritarlo y lo que es peor… decirlo bajito tranquilo a quien alguna vez nos pidió un por qué.
Unos cuanto vasos de Fernet encima (Córdoba siempre tira) me obligan a decir que este último escrito suyo además de genial es casi un tratado de… relaciones humanas? Filosofía? Sociología?... no sé, es un tratado de “cosas importantes”
Abrazos
Tu texto me recordó a una anécdota. De un pariente mío, lejano, al que nunca conocí. Me contaron de él que de chico pasó hambre. Su madre había muerto y el padre, jugador, apenas si alimentaba a los tres hijos; se gastaba toda la guita en la timba. Cuando un pariente se enteró, se llevó a los tres pibes a su casa. Y el nene este del que te hablo, de tanto hambre que había sufrido, cuando le sirvieron la comida, además de comerla, se la untaba por la cara y la cabeza.
¡Pero claro!
"Conformarse", que está en las afueras de "Suficiente", comparte con éste la abulia y las desaveniencias climátiocas.
Por suerte son sólo vacaciones, tarde o temprano uno vuelve a lo inevitable.
Hay otro pueblo también en otra dirección que se llama "lo necesario"
es de difícil acceso pero aseguran que la gente la pasa bien. Un placer volver a leerte. Voy por los anteriores.
Ah! 1 abrazo.
*bob harris! le cuento algo. ya lo conté alguna vez, pero bueno, yo tengo la curiosa capacidad de repetirme y mejorar, todo al mismo tiempo. estaba jorge luis borges, durante el gobierno radical. además de algún cargo, lo fueron a ver, a borges. un funcionario. para ofrecerle un automóvil, con chofer. borges rechazó la oferta. el funcionario decidió insistir: ‘pero maestro, un auto con chofer, para que no ande usted caminando. por qué no quiere? acepte, es gratis’. a lo cual, borges, más o menos, respondió: habiendo tantos vivos en este país, quizás sea bueno que haya algún tonto, para compensar.
qué quise decirle con todo esto? para qué corneta se lo conté? ah, sí. para decirle que quizás usted me sobrestima en esta particular ocasión. pero habiendo tanta pero tanta gente que me subestima, bueno, no está mal. sí, claro, como dije: para compensar. yo le agradezco entonces la gentileza, y lo saludo con afecto.
*guillermo altayrac! lo que usted cuenta es para mí de una singular relevancia. de hecho, durante algún tiempo, las únicas mujeres que me interesaban eran las que tuvieran algo, un sufrimiento casi a flor de piel, una cicatriz, una quemadura en el rostro, un intento de suicidio encima, un profundo dolor. la escuela de la carencia vuelve a la gente infinitamente más interesante, aunque, claro, parafraseando a scott fitzgerald, ‘el precio era alto’. lo saludo.
*juan sebatián olivieri! después de haber estado unos días en ‘suficiente’, es normal que uno vaya a ‘conformarse’, para ver si hay menos viento, si el agua no está tan fría. y desde ahí, uno se pega una vuelta, hace la excursión a ‘lomismodá’, que al principio no parece gran cosa, pero después uno se encariña un poco con el paisaje. me parece que usted me ha comprendido más que perfectamente, y yo se lo agradezco.
*dany! uh! nos ponemos todos de pie, para saludar a un camarada que volvió de la… de dónde volvió usted? de la paternidad? de la cárcel? del amor? de la guerra?
*dany! es bueno saber de usted, 1abrazo.
Ah, sí, limitados recursos para necesidades infinitas por eso será que le dicen la ciencia maldita.
Ese pueblo, Suficiente, debe ser parecido a Salsipuedes, cerca de mi hogar. No pasa ni mierda, la gente ahí sueña con irse a laburar a Plaza de Mayo doscientos mangos y tres tickets canasta, con viajar en subte en hora pico, posta.
un abrazo
*mr. kint! sin ánimo de ofenderlo, tengo entendido que lo que usted llama ‘la ciencia maldita’, era considerado, por un pibito llamado aristóteles, un tema bien menor, del cual se ocupaban las amas de casa. no menos cierto quizás sea, escuché alguna vez, que el sistema de precios es un invento que ha hecho mucho más por la humanidad que la penicilina. pero, como usted bien sabrá, tiene mala prensa. un abrazo.
Aristóteles debutó con un pibe.
abrazo.
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