30.8.25

Peligroso animal


Estoy en un bar. Voy temprano cada mañana a un bar, trato de escribir un poco antes de ir a trabajar, trato de engañarme y creer que mi vida tiene algún sentido, en fin. Cada tanto me canso de la ventana o de la esquina o de alguna persona en particular y cambio de bar, la ciudad está llena de bares con ventanas a través de las cuales se puede mirar.
Viene la moza con mi pedido. Es temprano, ocho y algo de la mañana. Tomo el pocillo de café, inclino la cabeza sobre la mesa, alzo la mano con cuidado y con el pocillo y vuelco el contenido, lo que equivale a decir el café, sobre mi cabeza, sobre la coronilla más precisamente. Al terminar la maniobra me incorporo y me peino un poco para atrás con las manos. Agarro el cuchillo, unto la mermelada y me pinto el dorso de la mano derecha. Con la mermelada. De durazno. Meto mi birome en el vaso con agua.
Y me quedo así.
Se acerca la moza, otra vez. Algo preocupada, se ríe un poco pero es de los nervios. Se protege el pecho con la bandeja, como si hubiera descubierto que debe enfrentarse a un peligroso animal.
–Quedate tranquila –le digo–, vos debés tener un tatuaje en alguna parte. Yo soy raro como me sale, yo soy raro así.

3 comentarios:

Frodo dijo...

Vamos quedando pocos vírgenes de tatuajes de esos que, como dice El Poeta, van muy bien con tu tristeza.

Lo abrazo.

Beauséant dijo...

Las vidas nos van dejando tatuajes, marcas que no duelen, pero que son como cicatrices... la vida necesita un poco de locura para ser vivida.

J. Hundred dijo...

*frodo! durante un tiempo, le confieso, estaba convencido que la gente con tatuajes era pelotuda en un 95/98%. pero después tuve que revisar mis estimaciones, y me di cuenta que la gente es pelotuda en un 95/98% independientemente si tienen o no tatuajes. saludos.

*beauséant! estimado, se comió usted un coelho con papas españolas. en fin, saludos.