30.6.25

El precio de las naranjas


Cuando la conocí éramos jóvenes, ella estudiaba filosofía, letras, sociología, psicología, antropología, no sé qué más. Escribía artículos en revistas marginales, se bañaba poco, leía a Sartre, a Foucault, a Deleuze, y en medio de cualquier conversación usaba varias veces la palabra ‘dialéctica’, la palabra ‘semiótica’, hacía continuas referencias a la revolución. Decía bastante ‘mayéutica’, también.
La veo ahora en el supermercado con un niño de la mano. El niño, está muy claro, es su hijo. Tiene pecas el niño, va en ojotas y con el cabello cortado a máquina por una mano poco hábil. Hace un calor del carajo.
La saludo a distancia con cierta timidez, un asentimiento de cabeza, una mano apenas levantada, un dedo en alto.
Ella se acerca, sonríe.
–Cómo estás –le digo.
Ella hace un comentario acerca de lo caro que está todo, el precio de las naranjas, de cómo se casó y se divorció casi de inmediato, de su pequeño prodigio que se llama Brian, de las cósmicas injusticias que trae aparejada la condición de inquilino, las ofensas que se deben soportar en un trabajo como docente, cuando si hay alguien que va a salvar al mundo son los docentes encargados de tratar con el más preciado de los materiales, mejorar el futuro.
Luego hace silencio, se queda callada. Yo levanto la vista, pero no hay ninguna revolución, ni una pizca de semiótica en ninguna parte. Sólo la góndola de los quesos con ese olor tan particular, tan característico.

9 comentarios:

Beauséant dijo...

Hay personas que se creen más grandes que la vida que les ha tocado.. y sufren, ya lo creo que sufren, no hacen más que golpear la inamovible pared del mundo con la sola fuerza de su voluntad...

Beauséant dijo...

... y, adivina, el mundo nunca se mueve.

J. Hundred dijo...

*beauséant! absoluta cooperación con lo inevitable, dijo el sabio. saludos.

*beauséant! el deseo se satisface en el recorrido. pegale a la pared con la cabeza, y con la cabeza de la chota también, por hacer algo. saludos.

*beauséant! nada, saludos again.

Florencia Rossi dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Flor dijo...

Este post me sacó una sonrisa. Lo único que no me cierra (para mi) es que esta chica le haya puesto Brian a su retoño. (la de arriba también soy yo... pero lo borré porque es mi otro yo... bah, cosas de google).

J. Hundred dijo...

*florencia rossi!

*flor! usted interpreta y asume que si el hijo se llama brian la madre debe llamarse romina, por aquello de blanco y jarra = leche. pero yo podría decirle, sólo por poner un ejemplo y continuar la línea argumental, que las chicas que hacen yoga sí o sí tienen buen culo, y no siempre es así. la saludo a usted y a la señora rossi.

Florencia Rossi dijo...

Vuelvo a la carga, Sr Hundred, pero ya con mi otro heterónimo pues sí, me ha descubierto. Soy una señora, apellidada Rossi y sí, puedo asegurarle que si usted practica todos los días de su vida una práctica de asanas acorde a su naturaleza no sólo tendrá buen culo, tendrá bueno todo. Pero ahí ya nos vamos de tema. Volviendo al personaje de usted ... alguien que leyó y cursó en un antro como el que imagino (porque he pasado por ahí) bien podría haber llamado a su hijo Fausto y luego caer en las garras de la crianza que te quita la semiótica y la mayéutica a las patadas.

J. Hundred dijo...

*florencia rossi! yo practiqué durante años la asana ‘el hipopótamo se arrastra sobre el porcelanato y abre la heladera desde el piso mirando hacia el nordeste’, también hacía la asana ‘el gorila plateado defeca en cuclillas mientras aúlla de dolor’, asanas dotadas de cierta confidencialidad, para entendidos me atrevería a decirle, que no figuran en los sutras de patanjali. y la verdad que todo funcionaba lo más bien hasta que bueno, como todo en esta vida, algo falla. debo reconocer que ‘fausto’ hubiera sido un nombre de lo más atinado parra el niño del texto, punto para usted. gracias por pasar a jugar un rato, con las palabras y conmigo. saludos.

Frodo dijo...

Fui un adicto a las fiestas de la sede de Puán o en su defecto a las de Sociales. En pocas semanas me arrepentía y decía que no volvería a consumir esos foros... pero siempre volvía a reincidir.

Relato existencialista.
Lo abrazo