10.5.25

Veo veo


Cuando veo alguien que usa un paraguas veo alguien que no entiende la lluvia, alguien que no entiende que no le quedan muchas experiencias más intensas para vivir que mojarse un poco.
Cuando veo alguien que usa un cuchillo de costado para acomodar con quirúrgica precisión el queso por sobre la superficie de la pizza, veo alguien que no ha comprendido que la vida es mucho más arbitraria que justa, alguien que estaría dispuesto a confundir conveniencia personal con orden universal una y otra vez, alguien que no alcanza a comprender que el reparto de aceitunas en el planeta tierra es movido por cubiletes que se agitan en otros planos.
Cuando veo alguien que se maquilla en el subterráneo veo alguien que se distrae en los detalles, alguien que prefiere ocultar una imperfección del rostro mientras otro alguien en ese preciso instante le pedorrea la cara.
Cuando veo alguien que habla muy alto por un teléfono celular veo alguien que está pidiendo socorro, alguien que no puede parar de aullar el horror de estar vivo sin importar el tramado de la conversación que se va derramando sobre el asfalto indiferente.
Cuando veo alguien que dice ‘a mí lo único que me importa son mis hijos’, o ‘esto yo lo hago por las nenas’, o ‘primero está la barra, los amigos’, veo alguien que está dispuesto a arrancarte el corazón por una lata de arvejas y a obligarte a tomar el agua que queda en la lata y a vender el video.
Cuando veo alguien que compra algo con descuento justamente porque tiene descuento veo alguien que se ha extraviado, alguien que no consigue recordar con claridad lo que le pasó los últimos diez o quince años ni sabe muy bien para qué salió de su casa esta mañana.
Cuando veo alguien que juega a la lotería o a la quiniela o que apuesta a cualquier jueguito al lado de alguien que pide una moneda en cualquier esquina, veo que siempre estuvimos tan cerca y aún así el desencuentro era de lo más inevitable.

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