Y la persona que me habla sonríe, recuerda algún atributo de mi persona, mi manera de decir las cosas o de beber. Recuerda algo, algo mío, algo que era genial.
Pero cuando yo consigo recordar lo que me dice, la situación, lo que sea que me describen. Bueno. Lo que recuerdo era mi tristeza y mi angustia de saber que nada tenía el menor sentido, yo tuve la crisis de los cuarenta a los once años, la certeza de saber que mi fracaso era inevitable.
Nada de lo que me cuentan tiene el menor punto de contacto con cómo me sentía, lo que me pasaba, cómo lo viví.
Te lo digo por si te parece que lo estamos pasando bárbaro, no sé, lo bueno que es estar juntos. Los momentos compartidos.
2 comentarios:
Siempre me miro con extrañeza en el espejo, nunca acabo de reconocer lo que veo. A veces me pregunto que verán otras personas, quizás nunca lleguemos a conocernos.. quizás sea mejor así.
*beauséant! estimado, yo no doy consejos y menos gratis. pero creo que no hay que mirarse demasiado al espejo, con la excepción de tener menos de 30 años. incluso para coger, cuando veo gente con demasiados espejos en el cuarto, mmm.. la clave es el título de la película aquella con sigourney weaver. no, alien no, me refería a ‘gorilas en la niebla’. saludos.
Publicar un comentario