30.12.23

Creo que entiendo


Ahora me ofrecen trabajo. Distintos trabajos, de muchas horas. Trabajos de oficina donde hay que estar sentado frente a una computadora hasta que se te pudran los ojos, o dar charlas y viajar en avión, sentarse en un avión y ver a una aburrida azafata que repite la explicación de cómo abrocharse el cinturón y dónde están las salidas de emergencia. Pero para ella la única emergencia es tener que tirarle de la goma al piloto otra vez, y pasar una noche en Ámsterdam o en Estambul escuchando promesas, haciendo planes que no se realizarán jamás. Me ofrecen trabajos donde hay que estar en un restaurante en la caja de noche, hasta que soñás con supremas maryland que cantan canciones de los rolling stones, trabajos donde hay que manejar una camioneta por las rutas argentinas y parar en estaciones de servicio a comer una y otra vez el mismo plastificado alfajor.
Me ofrecen trabajar, y lo que yo necesito es dinero.
Ahora me ofrecen amor. Mujeres divorciadas con una hija pequeña, mujeres que dicen que tienen mucho para dar ahora que han aprendido después de tantas vueltas en la calesita del amor. Jovencitas, jovencitas estudiantes de filosofía o de literatura que además saben programar en python y javascript y dicen que les encanta como escribo, quieren que las acompañe a la placita de Serrano a comprar collares hechos con uñas de focas y fideos dedalitos, quieren que caminemos de la mano y que yo les diga que me hacen acordar a la maga de Cortázar aunque no saben si se escribe ‘rayuela’ o ‘rashuela’. Me ofrecen amor mujeres con una leve bizquera o algo rengas o con una quemadura en el rostro que les hizo el padre con una plancha cuando eran niñas, mujeres que dicen después de la primer cerveza que están dispuestas a que nos vayamos a vivir juntos de inmediato. Mujeres que dicen que saben hacer pastel de papas y strudel de manzanas, también.
Me ofrecen amor, y lo que yo necesito es sexo. Nada sofisticado, pim pam pum, el viejo y conocido metesaca. Clasicón.
Lo que sucede me temo, es que el mundo está lleno de gente que ofrece lo que ni siquiera se dan cuenta que sobra, lo que chorrea por todas partes. Y eso no tiene nada que ver con lo que a mí me falta.

6 comentarios:

Beauséant dijo...

O, quizás, ni tan siquiera sepamos lo que buscamos. No es una crítica, es algo que veo mucho a mi alrededor, vamos de un subidón al siguiente, esclavos de lo próximo parecemos incapaces de disfrutar con nada porque, una vez que lo tenemos, lo encontramos vacío y sin sentido.. Yo culpo a las redes sociales, porque a alguien tengo que culpar, a cualquiera que no tenga al otro lado del espejo ;)

J. Hundred dijo...

*beauséant! estimado, yo tenía la sospecha que usted pasa por acá, porque bueno, justamente, no tiene absolutamente nada para hacer, mucho menos para decir. pero ‘esclavos de lo próximo’ es una bellísima frase, y en mi opinión lo redime. saludos.

Frodo dijo...

Y le faltó la Salú.
¿vió que ahora el 80 % de las publicidades son de analgésicos, antiestamínicos, ansiolíticos y productos para la crecida del pelo o el buen pegado del comedor?

J. Hundred dijo...

*frodo! sí, ls publicidades nos muestran que necesitamos pegarnos los dientes con poximix para poder morder un chori. la vida no tiene mayor sentido, está todo ahí, no hay más que verlo. saludos.

Anónimo dijo...

El otro día le mencioné a una amiga sobre su prosa.
Y me quedó la duda de si todavía existía este hito del mundo bloguero.
Celebro que así sea. Son tiempos de incertidumbre, está bueno ver que
algunas cosas siguen vigentes.
Saludos cordiales.
Un lector esporádico.

J. Hundred dijo...

*anónimo! hito del mundo bloguero, mirá vos. no me entero de nada. gracias, saludos.