20.8.23

Todos tus Kevin


Cuando llueve y cada vez que llueve la gente se fastidia, la gente se fastidia mucho, por la lluvia. La gente intenta refugiarse bajo inexistentes techos porque la ciudad aprovecha, cuando llueve, para llorar, para llorar por todas partes, para llorar amargamente por todo lo que no fue, por todo lo que no será nunca jamás.
Cuando hace frío y cada vez que hace frío la gente se enoja, frunce el ceño, la gente se pone abrigos y bufandas y tiemblan un poco o se frotan las manos mientras ven algún afiche o un comercial de televisión donde otra gente camina por playas donde los ananás cuelgan de los árboles y hay multicolores pájaros y hay palmeras. La gente se sube el cuello del abrigo y maldice el frío como quien maldice todas esas vaginas que alguna vez fueron tibios y fantásticos refugios esperando todas esas pijas mustias y arrugadas para siempre.
Cuando hace calor y cada vez que hace calor la gente se queja y resopla al subir diez o quince peldaños de una escalera, la gente se abanica un poco con radiografías de columnas torcidas para nunca más volver, con revistas de espectáculos en cuyas tapas una feliz pareja se abraza y se besa después de haber descendido esquiando una montaña de Austria o de Suiza. La gente lee que esa pareja fue a celebrar el nacimiento de su hijo Brian o Jonathan o quizás Kevin, usan guantes y gorros de lana multicolores y tienen las mejillas sonrosadas por el frío mientras en Buenos Aires no hay ni siquiera la posibilidad de consumir una bocanada de aire más o menos decente. Buenos Aires en verano es la muerte y saber que estás muerto.
Y yo, que estoy fastidiado desde que puedo recordar, que estoy amargado desde siempre (desde que Andrea o Gisela no quisieron bailar un lento conmigo en aquel baile de la primaria, más que probablemente), que me he quejado, sabe Dios que me he quejado desde mi más tierna infancia, he maldecido mi suerte y bueno, no puedo hacer otra cosa que maravillarme ante tu candorosa superficialidad, tu climático tormento.

4 comentarios:

Alberto Arenas dijo...

Y yo, en ésta insaciable y perpetua necesidad de quejarme taxativamente del clima, dirijo mi encono no solamente al frío, sino también a la gente que lo disfruta. Es que quizá, en ocasiones, no basta con enojarse con una sola cosa. Sospecho que usted Hundred, me comprende en sobremanera.
Voy a buscar un abrigo y vuelvo...

J. Hundred dijo...

*alberto arenas! le recuerdo como parte del proceso formativo, que alguna vez, allá lejos y hace tiempo, el señor maradona diego se comió unos 4 kilos de ubre y un par de pizzas grandes, mientras tomaba dos o tres botellas de un buen champán y sarlanga a discreción. luego se arrojó a una pileta. y casi se queda seco, claro. no sé, puede que no tenga nada que ver con nada, pero recordé ese episodio y me dio mucha ternura. saludos.

Frodo dijo...

Usando un neologismo poco simpático, soy team verano.
Y yo recuerdo una secuencia de "El Vengador del Futuro" en la que al personaje de Arnold Schwarzenegger le mandan un viejo como señuelo para tratar de convencerlo de algo, y todo va bien hasta que una diminuta gota de sudor lo delata, y el querido Arnold le vuela la torre de control en pedacitos

Lo abrazo, o hago la mímica del abrazo a la distancia.

PD: Brian, Jonathan o quizás Kevin, son nombres de mis vecinos de Tapiales, no de los Alpes. A mi no me engaña.

J. Hundred dijo...

*frodo! estimado, vengo del futuro. y mejor ni le cuento. de tapiales a los alpes, ahí tiene una película para hacer, una película que no le va a interesar absolutamente a nadie desde ya. saludos.