10.3.23

Loop


Resulta que a la psiquiatra se le rompe una muela masticando un turrón que le trajo un paciente de su viaje a España. Se sentía mejor, después de siete o nueve años de tratamiento, el paciente, y se animó a viajar.
La psiquiatra pide un turno de urgencia con un dentista que le recomendaron. Un dentista algo gordo y algo mayor, quizás bastante más que algo en ambos casos. Un buen dentista que se siente muy solo, tremendamente solo, en particular los viernes.
El dentista concurre justamente los viernes a coger con una prostituta que atiende en un departamento sobre la calle Marcelo T. de Alvear, entre Suipacha y Esmeralda. Coge diez o doce minutos y después se queda dormido mientras la prostituta pone la televisión en el canal de dibujitos animados. Antes de irse el dentista pasa al baño a pishar y se lava las manos por un rato quizás demasiado largo.
La prostituta viaja en taxi cuando termina su día de trabajo porque no da más, y porque quiere volver a su casa a ver a su pequeña nena que se llama Iris y es un encanto. La nena cree que su mami trabaja en un supermercado y su mami cree que quizás no le ha mentido, que en el fondo ella no hace otra cosa que manipular un par de artículos, acomodar algo en alguna otra parte, cobrar.
El taxista va a un banco a pedir un préstamo. Quiere dejar de tener que trabajar como peón y tener por fin su propio taxi. Ha estado ahorrando por tres años y lo único que necesita es un empujón para saltar, algo de plata, tiene un amigo bastante mayor que quiere vender la licencia de su taxi y retirarse.
El empleado bancario tiene un hijo adolescente que va al colegio secundario, le falta un año y algo más para recibirse de perito mercantil pero el chico no quiere saber nada con seguir estudiando ciencias económicas como su papá. El chico quiere viajar un año por Europa, quizás armar una banda de rock en Inglaterra, no hacer otra cosa todo el día que tocar la guitarra y fumar.
La maestra del colegio ve al chico triste, disperso. Le parece que consume drogas, varias veces lo ha encontrado llorando a la vuelta del colegio. Le dio el teléfono de una amiga para que el chico vaya a hacer una consulta. Su amiga se llama Viviana, es psiquiatra.
Alguien, alguno de ellos, la psiquiatra o el dentista o la prostituta o el taxista o el empleado bancario o el hijo o la maestra, de casualidad me lee. Lee algo mío, uno de mis fragmentos, nada importante.
Es como una enfermedad venérea, como una copa de vino que se vuelca y algo cambia.

3 comentarios:

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Cada uno necesita a otro y así sucesivamente. Y alguien podría leerte.

Sospecho del paciente, que llevó un turrón duro con toda intención. Como una venganza por conectarlo con sus verdaderas emociones.

Saludos.

Frodo dijo...

Yo no cuento.
Soy un frankestein -o el moderno Prometeo- con partes del empleado bancario, el paciente y la prostituta (por eso de los dibujos animados, aclaro).

Lo abrazo.

J. Hundred dijo...

*el demiurgo de hurlingham! había hace poco una novela titulada ‘todos contra todos y cada uno contra sí mismo’. una tremenda cagada la verdad, la hicieron ganar un concurso, en fin. pero el título era bueno eh. saludos.

*frodo! podríamos decir entonces un frankenstein de la boludez. no se enoje, se lo digo bien. saludos.