28.2.22

Dos hermanas


Eran dos hermanas. Vanesa nació primero. Marisa un año después. Familia normal, mamá y papá, automóvil, perro, vacaciones en la playa. Clase media, en el sentido amplio del término. Hasta acá estamos, hasta acá todo bien.
Pero.
Con Vanesa estaba todo mal. O no, no está bien dicho, para nada. Con Marisa estaba todo demasiado bien.
Al principio nadie se dio cuenta, eran ínfimas diferencias, las nenas eran muy chicas. A lo sumo Vanesa tenía un dientito torcido y otro superpuesto, mientras que Marisa tenía una dentadura perfecta, o Vanesa tenía caspa y seborrea, y Marisa tenía el pelo lacio y brillante, sedoso y fuerte a la vez.
Pero eran detalles apenas, recién empezaban las nenas en el camino de la vida. La cosa siguió.
En el colegio Vanesa tenía problemas para adaptarse. Le costaban mucho las matemáticas, los números. Marisa fue mejor promedio desde tercer grado. Las chicas la eligieron como mejor compañera, también.
A Vanesa le descubrieron un soplo en el corazón. Marisa jugaba al hockey, hacía gimnasia artística. Vanesa comenzó a engordar, las rodillas hacia adentro, los modales torpes, el busto excesivo que la hacía caminar encorvada. Marisa tenía una hermosa figura, estilizada, largas piernas, culito firme. Llegaban los pretendientes, los noviecitos, en la playa nadie le podía quitar los ojos de encima.
Marisa se casó pronto, jovencita, con un empresario. Se fue a vivir a San Isidro, casa con pileta, autos importados, quedó embarazada enseguida. Tuvo dos hijos divinos, con menos de dos años de diferencia, Adolfo y Julieta. Vanesa se casó de grande, a los 37, con un corredor de artículos de limpieza que no paraba de sudar aunque estuviera desnudo en medio de la nieve. Beto tenía un problema en los riñones, lo iban a tener que trasplantar. Logró tener un hijo, Vanesa, Javiercito. Nació con el labio leporino, le habían dicho que se podía más adelante intentar algo, operar.
Y así siguieron. Marisa era una prestigiosa abogada de famosos. Salía por televisión a veces, respondiendo sobre algunos casos de importancia. Con su fantástica melena algo más corta y sus carteras importadas. Se iba a Punta del Este con su familia a pasar el verano. Vanesa daba clases en una escuela primaria, siempre con problemas de dinero, asma, siempre tratando de adelgazar.
Un día Vanesa se enfermó. Algo del corazón se agravó. Quedó internada, la operaron y a la semana se murió. Tenía 51 años. En el entierro de su hermana Marisa usó un trajecito negro algo ajustado que dejaba intuir sus todavía apetitosas curvas, lentes negros muy parecidos a los que solía usar Graciela Borges y una capelina para que no se la viera llorar.
Y listo, esa es la historia. Puede que vos esperaras que en algún momento cambiaran las cosas, alguna suerte de cósmico equilibrio, pero no. Quizás te parece injusto, también eso es muy normal.

5 comentarios:

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Marisa se convirtió en una mujer cercana a la perfección, que podría ser llamada diva. deseable como novia y como amante. Y con voluntad para aprovechar los dones que le han tocado.
Y sin convertirse en odiosa, tal vez sea significativo lo de que haya sido elegida como mejor compañera. Y lloró cuando su hermana murió, o por lo menos creyó que iba a llorar, por lo que da a entender el detalle de la capelina.
Y es que no hay razón para creer que las mujeres hermosas y capacitadas son malas o se creen superiores. O que hay resentimiento en las personas menos afortunadas.
Así que no hay razón para que el relato haya terminado de otra forma. Como podría haber hecho los giros argumentales, usuales en las ficciones.
Una vez más, bien contado. Saludos.

J. Hundred dijo...

*el demiurgo de hurlingham! es importante no confundir conveniencia personal con orden universal. saludos.

José A. García dijo...

Es el karma, dirá algún hippi con osde que vivió toda su vida con una extensión de la tarjeta del padre para no tener que trabajar y estudió filosofía oriental en algún instituto privado. Pero no, no es nada de eso. Es la vida. Nada más.
La puta vida.

Saludos,
J.

J. Hundred dijo...

*josé a. garcía! el karma es para la gilada, la puta vida está lo más bien. saludos.

Frodo dijo...

Lo dicho: usted anduvo mirando Crímenes y Pecados, una vez más

Lo abrazo